El Economista (México)

La tristeza te puede salvar

La cinta de Pixar es una obra maestra que nos enseña que no hay emociones prohibidas

- Concepción Moreno

ES EL hechizo de las películas de Pixar. Cada vez que Pixar saca una nueva entrega de sus fascinante­s obras sucede: el público enloquece.

No pasa así con cualquier película del verano. Y eso que las de Pixar son de una narrativa ambiciosa; piden más a su público que las películas familiares comunes.

¿Un ejemplo de esa ambición? Su nueva cinta: Intensamen­te (o Inside Out, en su intraducib­le título original). No es cualquier cosa, eso de hacer una película infantil sobre las emociones, esas vocecitas salvajes que a veces nos dominan. ¿Cómo explicarle a un niño qué es lo que está sintiendo? Pues así.

Riley tiene 11 años. A Riley la conocemos desde adentro, porque los protagonis­tas son las criaturita­s que viven en su cabeza. Alegría es la líder, Furia es de mecha corta, Temor es más bien nervioso, Desagrado es una niña fresa. Ah, y también está Tristeza, una nerd de baja autoestima que, a decir de Alegría, quién sabe para qué sirva.

Hasta ahora Riley ha sido una niña muy alegre (Alegría se siente de lo más orgullosa de su pequeña), pero su mundo está a punto de cambiar. Una mudanza desde Minnesota hasta San Francisco pone a tambalear el cuidadoso orden interno mantenido por Alegría.

Cuando arde Troya y por razones que aquí sería complicado explicar (pero que en pantalla son de los más entretenid­as), Alegría y Tristeza se pierden en los recovecos de la mente de Riley y tienen que hacer un viaje heroico para regresarle a Riley... ¿Qué? ¿La pura alegría? ¿O será que la tristeza también tiene un papel en la solución de la crisis?

Intensamen­te es, además, la cinta más melancólic­a de Pixar (sí, más que Toy Story 3). ¿Por qué? Porque es la historia de una niña a punto de dejar de serlo. Es imposible no enternecer­se cuando Alegría abraza los recuerdos infantiles de Riley, o cuando aparece Bing Bong, el olvidado amigo imaginario de Riley que vaga en el inconscien­te profundo de la niña. Justo al borde de la infancia, cuando nuestras emociones se vuelven más complejas, multicolor­es, en ese momento está Riley, y eso es lo que hace tan fascinante a Intensamen­te.

Suena a psicología pop, y sí, lo es, pero es psicología pop muy bien usada para contarnos una historia.

A los niños la gente suele verlos como máquinas de felicidad. Les decimos que jueguen y sonrían como si en su vida no existieran otros sentimient­os. Intensamen­te es una historia que se atreve a decirle a los niños que emociones como la ira o el miedo tienen un lugar en nuestra historia, que no son emociones prohibidas ni de niño malcriado.

Intensamen­te osa decirnos a todos, niños y adultos, que hasta la tristeza, tan azul, pequeña y de tan poca autoestima, puede salvarnos.

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