Reacomodos políticos
Triste es nuestro futuro político como triste es el desempeño de los partidos políticos. Ni nuevos ni viejos actores parecen tener la fuerza para conducir el reacomodo político.
Resultado de las elecciones intermedias, dos actores surgen en la palestra política, por un lado Andrés Manuel López Obrador, quien supo capitalizar la cauda interminable de errores del PRD, y por otro, El Bronco, vehículo de los neoleoneses para manifestar su rechazo hacia los partidos políticos.
Cual gregario ciclista, Mancera inmediatamente reaccionó para dar alcance a los fugados, indicando, como político de antaño, que si el pueblo se lo pide será candidato a la Presidencia y que, por lo pronto, no piensa participar por el PRD. Por el momento, los capitalinos pudimos contener nuestras inconmensurables ganas de apoyarlo.
También en los partidos, los aires electorales han hecho mella. En el PAN ya se dieron cuenta de la incompetencia de su líder nacional Gustavo Madero, quien es señalado como el chivo expiatorio por los escasos resultados. A sus detractores se les olvida que 12 años de malos gobiernos a los ciudadanos no se nos olvidan. Ya por allí soltaron el nombre de Margarita Zavala para la Presidencia de la República.
Por lo pronto, el PAN tendrá que dilucidar el futuro a través de la ratificación o no de sus dirigentes nacionales, pero no es ni mucho ni poco, no hay de dónde agarrar. La caballada está verdaderamente flaca. En el PRD ya se percataron de que la chu
chocracia resquebrajó esa masa amorfa que era la izquierda mexicana y que la corrupción y la incompetencia de sus gobiernos provocaron un rotundo fracaso electoral. En el PRD están tan mal que ni a caballada llegan.
En el caso del PRI, se toman la política con calma con eso de que cuentan con la mayoría parlamentaria. La pregunta es: ¿para qué quieren la mayoría? Será para echar para atrás las reformas estructurales o para hacer otras 11 reformas que se queden pendientes de ejecución. También deben reorganizar los cuadros priístas para que no se desboquen de cara al segundo trienio y dejen solo a Enrique Peña.
En el corto plazo se darán los reacomodos partidistas que marcarán el futuro del país. Es una oportunidad política excepcional; sin embargo, ni nuevos ni viejos actores parecen tener la fuerza para conducir el reacomodo político. La coyuntura prevalece sobre la estrategia. Ay qué dolor estimado lector.