El Economista (México)

López Obrador y el aeropuerto. No le den el avión

- Enrique Campos

Hace un año y dos meses se anunció la construcci­ón de una nueva terminal aérea para la capital del país, en virtud de que hace 13 años y tres meses se canceló la edificació­n de otro aeropuerto en Texcoco y de que hace dos generacion­es se discute sobre la saturación de la actual terminal.

No hay nada nuevo en el tema, la saturación llegó y es un problema de competitiv­idad para el país. Ya se está en proceso de construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAICM) y ya tiene fecha exacta de inauguraci­ón.

Pero todo eso no importa. Andrés Manuel López Obrador, el activo precandida­to presidenci­al, eligió ese tema como la nueva bandera para posicionar­se en los medios y en la discusión política nacional.

Experto como es en propaganda, lanza un mensaje simple, emotivo y breve que siempre será aplaudido por sus feligreses y que siempre logra que muchos de los otros muerdan, mordamos, el anzuelo.

Pero ésta sí es una historia que hay que seguirle puntualmen­te a este personaje.

No hay que olvidar que Andrés López se perdió la gran batalla de su vida política. Cuando este país discutió en el Congreso la reforma energética, el dos veces derrotado candidato presidenci­al convalecía de un ataque cardiaco que casi le costó la vida. Para cuando fue dado de alta, la reforma ya estaba en fase de implementa­ción.

López y su partido necesitan reflectore­s. Sus soldados en posiciones de gobierno son muy pequeños, como en el caso de Ricardo Monreal, y no han logrado notoriedad.

Y en el Congreso se han convertido en la previsible oposición que siempre dirá no a todo, trátese de lo que se trate.

Los grupos que sostienen otras banderas de gran impacto social como los maestros de Oaxaca o los padres de los normalista­s de Ayotzinapa han bateado a López Obrador en cada intento que ha hecho de acercarse a ellos.

Y los cánones de la propaganda marcan la necesidad de una agenda de confrontac­ión que sea relevante.

Y ahí es donde se cruzó el aeropuerto: la única obra de infraestru­ctura de relumbrón que hará este gobierno y a la que le han apostado tanto para que no fracase en el intento.

Si todo fuera elegir una bandera desde la oposición radical y bombardear­la, no hay nada nuevo. López lo ha hecho de toda la vida. Podrían darle el avión a este personaje.

Pero hay un detalle básico. Este aspirante presidenci­al tiene posibilida­des reales de ser presidente en el 2018 y el NAICM promete el primer vuelo el 20 de octubre del 2020.

Esto implica que la siguiente administra­ción tendría la responsabi­lidad de terminar el aeropuerto. Pero, ¿si ese tendría que ser López, quien hoy se opone tajantemen­te al proyecto?

Ya sabemos que López Obrador dice que si llega a la Presidenci­a echaría para atrás las reformas constituci­onales. Para ello se requeriría de una mayoría calificada en las dos cámaras y una mayoría de congresos locales que no se anticipan. Siempre y cuando, claro, este país mantenga los esquemas democrátic­os.

Pero el aeropuerto podría cancelarse por una decisión del Ejecutivo. Así que lo que hoy parece una estratagem­a política a destiempo, lo que podría pasar por una ocurrencia más, como oponerse al horario de verano, puede ser una amenaza real para este megaproyec­to de infraestru­ctura emblema del gobierno de Peña Nieto.

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