El Economista (México)

Sin bandera, sin himno... mantendrán sueño olímpico

LOS PROBLEMAS POLÍTICOS Y SOCIALES LOS HAN LLEVADO AL EXILIO, AUN ASÍ PODRÁN ASPIRAR A LUCHAR POR UNA MEDALLA EN RÍO 2016

- Cristina Sánchez Reyes

EL DESHIELO en la primavera escandinav­a va llegando lentamente. Ahí, en sus gélidas calles, un hombre surge de la clandestin­idad con un sueño que le taladra el cerebro: ganar el maratón en Londres 2012.

Su nombre es Urige Buta, y aunque está lejos de imaginar que en los Juegos Olímpicos que se celebrarán en territorio británico concluirá en el puesto 36 del maratón, no para de entrenar en gran parte del oscuro invierno nórdico, corriendo abajo y arriba de un túnel construido para aguas residuales.

Buta es ciudadano noruego desde el 2011, y representó a esa nación en Londres, pero la realidad es que es sólo uno de los tantos ex refugiados que huyeron de su país para alejarse de la guerra, problemas políticos o cualquier otro motivo.

El atleta huyó de Ambo, Etiopía, en el 2003, luego de que su padre fuera arrestado por ser disidente político y llegó a un refugio en la ciudad de Haugesund, Noruega, donde la Federación de Atletismo de ese país tenía un club, al que Buta se inscribió.

Aún lejos de la alta tecnología, sin un régimen de entrenamie­nto como muchos de sus rivales disfrutaro­n, ocupó el lugar 36 en JO. Ésta es sólo una historia de los tantos atletas que han sido refugiados y luego han representa­do a algún país.

Luol Deng, un jugador de baloncesto, huyó de Sudán cuando era pequeño y se refugió en Egipto antes de llegar a Inglaterra. Deng es hoy una estrella de la NBA —juega con Miami Heat— e integró el equipo inglés en Londres 2012.

Lopez Lomong también nació en Sudán, pero huyó de ahí a los 16 años. Llegó a Estados Unidos, país que lo adoptó y lo desarrolló en el atletismo en 1,500 metros y 5,000 metros. Fue abanderado en Beijing 2008 y compitió también en Londres. Aunque no ha logrado una medalla olímpica, ahora es un conferenci­sta que comparte su experienci­a.

Y en Río 2016, sin duda este tipo de participac­iones se replicará, pues apenas la semana pasada, el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) anunció que el organismo acogerá a los deportista­s de alto nivel que actualment­e son refugiados y que por su condición en este momento no pueden representa­r a un país.

“En la actualidad, ninguno de esos deportista­s tendría la oportunida­d de competir en los JO, aunque se hayan clasificad­o, por su condición de refugiados. No tienen un país al que representa­r”, dijo Thomas Bach, presidente del COI.

Se estima que actualment­e existen 20 millones de refugiados en el mundo, y el COI se apoyará en las federacion­es nacionales para iden- tificar a los atletas que alto rendimient­o que vivan en esta condición y los ayudarán a través de un fondo de 2 millones de dólares.

Así, los atletas que no tienen una bandera, un himno, una delegación, pero tienen un sueño olímpico, podrán hacer historia, olvidar la situación de exilio que viven y tener una señal de esperanza en un mundo de crisis que se les ha desmoronad­o.

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