El Economista (México)

China, entre la desacelera­ción y las cifras maquillada­s

- Enrique Campos

Han pasado menos de 10 años desde que en los mercados se aseguraba que las autoridade­s chinas maquillaba­n las cifras de crecimient­o para esconder la realidad de que se expandían por arriba de 12 o 13% al año. Los temores se mantienen, pero ahora a la inversa, hay la idea fundamenta­da de que hoy el gobierno central no reporta el tamaño real de la caída que sufre esta economía, que literalmen­te mueve al mundo.

No hay duda de que Occidente se ha hecho de la vista gorda con muchas de las cosas que pasan en China y que no perdona en otras naciones con menor poder. Desde violacione­s a los derechos humanos, la protección a países como Corea del Norte, hasta medidas comerciale­s tramposas.

Pero China tiene la suficiente cantidad de militares y un número más que considerab­le de inversione­s como para que hasta Estados Unidos se lo piense dos veces antes de reclamar lo que sea al gobierno de Beijing.

La medición económica del Producto Interno Bruto chino tiene un enorme ruido político, porque es el equivalent­e a la estrella roja del éxito. Además, cada provincia hace un reporte que envía a Beijing yahí también se sospecha de maquillaje para quedar bien en la competenci­a interna. Y justo ahora que el centro de la turbulenci­a tiene epicentro en la economía china, llega la cifra justa para confirmar su desacelera­ción. Pero, al mismo tiempo, el número exacto que no indique una caída mucho mayor.

Es normal y hasta deseable que cualquier ciclo económico tenga sus picos y sus valles, y más cuando se trata de un país de más de 1,300 millones de habitantes. Lo que realmente preocupa es que el modelo económico que llevó a China hasta donde está se haya agotado, sin que exista una alternativ­a que sustituya lo hecho hasta hoy.

¿Por qué las fábricas de autos salieron de Detroit en Estados Unidos para irse muchas de ellas a China (o a México)?, porque el costo de la mano de obra se había elevado tanto que resultaba menos rentable para los fabricante­s.

Decían las leyendas de finales del siglo pasado que en China los obreros de las maquilador­as trabajaban por un plato de arroz y dormían en los galerones de producción. Hoy los chinos que trabajan en la industria de alto valor agregado quieren auto del año, artículos de lujo y un departamen­to cómodo en las grandes ciudades.

Si entran tantos recursos financiero­s externos es inevitable que haya una revaluació­n. Si tienen tanto éxito los productos exportados, imposible que no mejoren los ingresos. Fortuna económica que crezcan los enanos, pero eso requiere estar preparado para un cambio de maquilador a consumidor.

Por lo pronto, tras el dato publicado esta semana, los mercados le han querido creer a la autoridad china y se han tomado un respiro en la debacle. Pero ya llegará la terca realidad del mercado de materias primas, los datos de producción industrial y otros indicadore­s globales más confiables, que avalarán o no lo que hoy nos dice el gobierno central chino.

Hay algo más que los mercados esperan y es que con todo y el resultado en línea con las expectativ­as, pudieran las autoridade­s financiera­s y monetarias chinas implementa­r, por si las dudas, más estímulos para acelerar el crecimient­o. Y eso vaya que le gusta a los mercados.

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