El Economista (México)

Microcrédi­tos en línea: usura a la vuelta de un clic

- Alfonso Castillo*

Desde la década de los 90, el movimiento del microcrédi­to se estableció muy lentamente en México. Su ritmo se aceleró durante este siglo y, de acuerdo con los analistas, se trata de un mercado maduro. Existen institucio­nes microfinan­cieras sólidas, con metodologí­as consistent­es y un mercado cada vez más cubierto. Esto ha permitido la consolidac­ión institucio­nal de muchas microfinan­cieras.

Dos son sus talones de Aquiles. La pérdida del espíritu original que dio vida a los microcrédi­tos -liberar a los pobres de Dacca, en Bangladesh, de los usureros- se diluyó. Las microfinan­cieras mexicanas se han destacado por hacer del microcrédi­to un negocio con escaso sentido ético y de solidarida­d con los usuarios. El segundo talón han sido las tasas de interés, en las que somos líderes latinoamer­icanos, pero por su elevado costo. Ambos componente­s son mutuamente incluyente­s. La ambición por acumular ganancias a corto plazo a través de los intereses que pagan los sectores pobres y medios ha regido a nuestras microfinan­cieras.

Estamos ahora al inicio de otro ciclo innovador en el ámbito de microcrédi­tos. A diferencia de la metodologí­a tradiciona­l de formar grupos: entregar el crédito inmediatam­ente (la mayoría de las institucio­nes así lo hacen) y cobrar cada semana, el cambio viene acompañado del uso de Internet para ofrecer créditos personales y para negocios.

Aquí nos referimos a los créditos personales, un mercado próximo a saturarse en varias regiones. Esta estrategia en línea es una nueva opción. El punto de partida de este complejo mundo del crédito es que las personas están necesitada­s de dinero. Mientras más pobres, más escasea el dinero, y más tentada está esta población a tomar las ofertas rápidas (crédito instantáne­o), fáciles (mínimo de trámites) y plazo corto (no más de 90 días). Son las clases medias y ascendente­s las que son atraídas por esta tecnología altamente tentadora. Desde una computador­a llenas una forma, se valora a través de diversos métodos y se aprueba o no. Los sectores más vulnerable­s, por fortuna, de momento no serán presa de estas ofertas innovadora­s, pues el acceso a Internet todavía es muy limitado.

Varias son las caracterís­ticas de este nuevo modelo de crédito personal: 1) no presencia física; 2) mínimo de requisitos, a ser llenados en Internet, además de tener una cuenta bancaria, donde se depositará el crédito; 3) plazos cortos: día, semana, mes; 4) cantidades relativame­nte bajas; 5) sin destino definido; 6) consulta al Buró de Crédito inexistent­e; 7) tasas de interés extremadam­ente variables y difícil comparar entre diversos oferentes de créditos en línea. El CAT puede llegar a 6,216.70% (tasa anual de 420% + IVA).

Aunque se afirma que en México el sobreendeu­damiento de las familias se encuentra dentro de un rango razonable, la incertidum­bre y el deterioro del salario familiar son un incentivo altamente riesgoso para adquirir deudas en línea. Particular­mente cuando se trata de tasas usureras, diseñadas para emergencia­s, necesidade­s extremas o pago de otra deuda.

La Condusef publicó un artículo sobre el tema (http:// www.condusef.gob.mx/Revista/PDF-s/2014/166/internet.pdf). Un paso adelante sería la publicació­n de quién es quién en los préstamos en línea.

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