El Economista (México)

Eisenstein en Guanajuato

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ble poder trabajar con ellos, pero cuando las cosas se juntan y se acomodan resultan cosas así, a pesar de que mi personaje no tiene muchos minutos en escena, el proceso fue muy simple y, claro, de lo que quería Peter con el personaje, fue divertido”, indicó Zapata con emoción.

Para el actor Luis Alberti, quien interpreta al antropólog­o Palomino Cañedo, fue un papel muy importante en su carrera; mencionó que se siente emocionado y a la vez nervioso por lo polémico que pueda llegar a ser este papel para los espectador­es y destacó que el éxito de un actor no siempre depende de cuantas cosas hagas, si no de la calidad y lo importante de los trabajos que realices.

Elmer Bäck, de quien se pudo apreciar que es un hombre de pocas palabras, expresó lo contento que estaba por haber participad­o en una producción de este cineasta y reveló estar en pláticas para continuar la saga sobre la vida de Eisenstein.

“HOMOSEXUAL­IDAD Y TRADICIÓN”

Con fuertes temas con un poco de relación a lo que vive México en la actualidad se cuenta la historia de Sergei Eisenstein, quien decide visitar México tras las recomendac­iones de una pandilla de izquierdas del viejo Hollywood, entre los que se encuentra Charlie Chaplin.

El novelista Upton Sinclair, voz pública del socialismo intelectua­l de Estados Unidos en esa época, le ofrece financiar y ayudarle con facilidade­s para el rodaje de su cuarta película, que tentativam­ente exploraría la Revolución Mexicana. El resultado son 10 días en Guanajuato, en los que Eisenstein filmó aproximada­mente 50 kilómetros de cinta de lo que hoy conocemos como ¡Que viva México!, pero que nunca llegó a montar y que estuvo a medio paso de terminar con su carrera, su vida y su reputación.

Su camino se entrelazó con el de un joven catedrátic­o mexicano llamado Palomino Cañedo, de quien e enamora después de una corta pero intensa relación amorosa, y con quien descubre lujuria y muerte.

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