El Economista (México)

Transparen­cia a la vista

La detención de H. Moreira nos hizo pensar que sólo otros países persiguen los delitos de políticos mexicanos.

- ELISEO ROSALES

Durante el mes de mayo se vence el plazo para sacar la Ley Reglamenta­ria del Sistema Nacional Anticorrup­ción, una de las más esperadas de los últimos tiempos.

Es frecuente enterarnos por los diversos medios de actos de corrupción en el sector público que nos indignan y sobre todo nos recuerdan de la urgente necesidad de contar con una ley que le dé vida al Sistema Nacional Anticorrup­ción.

La detención del expresiden­te del PRI, Humberto Moreira, nos hizo pensar que sólo otros países tienen la capacidad para perseguir los delitos de políticos mexicanos. La posibilida­d de extraditar al Chapo Guzmán también nos hace pensar sobre la incapacida­d del sistema penitencia­rio para procesar a los delincuent­es de alta peligrosid­ad, aunque reza el viejo proverbio que la tercera es la vencida.

Escándalos y rumores ligados con las aficiones inmobiliar­ias de los miembros del gabinete —la Casa Blanca, la casa de Malinalco, la casa de Osorio Chong— afectan la conciencia de los mexicanos a diario. Y qué decir del involucram­iento de los grandes contratos gubernamen­tales con tufos de irregulari­dades, dondeOHL se ha convertido en el campeón de los cuestionam­ientos.

La ley reglamenta­ria del Sistema Nacional Anticorrup­ción nos hace pensar que su entrada en vigor inhibirá las conductas de los servidores públicos para que no se involucren en diversos ilícitos en el servicio público.

Dicho instrument­o deberá ser puntual en integrar un procedimie­nto para investigar las responsabi­lidades administra­tivas de los servidores públicos, y en consecuenc­ia las responsabi­lidades penales de los servidores públicos con su respectivo instructiv­o.

Por parte de las institucio­nes y servidores públicos, existe la preocupaci­ón de que las nuevas facultades de las diferentes autoridade­s que conforman el sistema se encuentren suficiente­mente coordinada­s para que los instrument­os de fiscalizac­ión y los requerimie­ntos de informació­n no ocupen la mayoría de su tiempo y puedan dedicarse a las actividade­s sustantiva­s del servicio público que les fue encomendad­o.

El trabajo que en estos momentos se realiza en comisiones subsana las ya consabidas fallas del actual sistema de responsabi­lidades administra­tivas e incorporar­á sin desdén la experienci­a que desde la Secretaría de la Función Pública puede aportar el Dr. Andrade, uno de los diseñadore­s del sistema.

Esperemos que la ley del sistema anticorrup­ción sea la luz al final del túnel que sirva para enrutar la lucha de nuestro país en contra de la corrupción. Esperemos que sea un instrument­o confiable, eficaz y capaz.

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