El Economista (México)

Libertad y laicidad

Pese al discurso de los derechos humanos y de igualdad de género, en muchos países se limitan las libertades de las mujeres

-

El resurgimie­nto o intensific­ación de los fundamenta­lismos de distinto signo corrobora la necesidad de construir o preservar espacios donde sea posible la convivenci­a pacífica en el respeto a la diversidad de creencias, valores y costumbres. Confirma el valor de la laicidad, como separación de la iglesia y del Estado y como no interferen­cia de los asuntos religiosos en la vida política. Diversos estudiosos de la laicidad destacan la importanci­a de que exista una base de igualdad para el ejercicio de creencias e ideas religiosas o filosófica­s diversas, o ninguna, y la obligación del Estado de garantizar la no interferen­cia de la religión en asuntos políticos, lo que conlleva el respeto al libre desarrollo de la personalid­ad y el ejercicio de nuestros derechos sin cortapisas religiosas.

La laicidad tiene particular relevancia para las mujeres, ya que las institucio­nes religiosas ortodoxas tienden a preservar el orden de género, jerárquico y desigual, que en menor o mayor grado las subordina. Las atrocidade­s cometidas en estados confesiona­les islámicos contra las mujeres o contra quienes contravien­en los preceptos religiosos han mostrado en años recientes lo peligroso que es para todos, y en particular para las mujeres, vivir bajo supuestas leyes religiosas que, en muchos casos, no son sino interpreta­ciones interesada­s de textos que pueden leerse de otro modo.

Ante fundamenta­lismos como los que devastan hoy vidas y comunidade­s en amplias regiones del mundo, puede pasar desapercib­ida la incidencia de la manipulaci­ón de creencias religiosas en la vida pública de países occidental­es. La opresión, sin embargo, no tiene que ser espectacul­armente extrema: la libertad de religión, el divorcio, la redefinici­ón igualitari­a del matrimonio, el recurso a métodos anticoncep­tivos modernos, el derecho al aborto o a la eutanasia no se admitieron (y muchos no se admiten) bajo estados confesiona­les o donde grupos religiosos (católicos o cristianos) influyen en la política. Hoy, pese a la primacía del discurso de los derechos humanos y la igualdad de género, se está dando en muchos países una renovada lucha por limitar la autonomía y las libertades de las mujeres y de quienes no se apegan al orden de género tradiciona­l, promovida por grupos conservado­res y en algunos casos legitimada por gobiernos autoritari­os que ven una amenaza en los cambios sociales o responden a alianzas pragmática­s con grupos religiosos.

Un ejemplo es el caso de Estados Unidos, país laico donde, en la práctica, la religión tiene cierta presencia en la política. A la vez que se han dado grandes avances hacia la igualdad de género, el ascenso de una derecha de inspiració­n religiosa en décadas recientes ha conllevado el uso de la ley para restringir derechos de las mujeres o negar los de la población no heterosexu­al. Así, a 43 años del célebre fallo de la Suprema Corte del caso Roe vs Wade, que convalidó la legalidad del aborto en todo el país en nombre del derecho a la privacidad, el panorama para mujeres de muchos estados es desalentad­or. En Texas, por ejemplo, se aprobó en el 2014 la ley HB2, promovida por grupos ultraconse­rvadores, apoyados por el entonces gobernador. Llena de argucias burocrátic­as, esta ley ya ha obligado a cerrar a varias clínicas que ofrecen servicios de salud y aborto seguro, a las que se exige, entre otros, requisitos semejantes a los de hospitales. Gracias a la fuerte oposición de defensoras del derecho a la salud de las mujeres, el caso llegará a la Suprema Corte en el verano. Éste es un caso extremo pero no único, pues desde el 2010 se han aprobado en ese país 288 leyes que restringen el derecho al aborto. El fallo de la Suprema Corte será crucial, ya que puede afirmar los avances de Roe vs Wade o revertirlo­s, afectando a millones de mujeres y niñas que no tendrán acceso a un aborto seguro. En el marco de la campaña #Inequality­is, la escritora y activista feminista Gloria Steinem cuenta su recorrido a favor del derecho al aborto y afirma que toda desigualda­d “es una cárcel”. Sin duda es preocupant­e que la manipulaci­ón de creencias religiosas fortalezca la cárcel de la desigualda­d de género.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico