La responsabilidad de los países poderosos
Crimen, inseguridad ciudadana y corrupción ya no son problemas locales
Con los populistas desatados en todo el mundo, se avecinan tiempos oscuros. La historia nos muestra que los errores se pagan caro. En Estados Unidos hace más de 90 años condujeron a la Gran Depresión.
Otra experiencia fallida fue el exceso de pagos por reparaciones de guerra impuestos a Alemania por el Tratado de Versalles, que condujo al surgimiento de Hitler y la II Guerra Mundial.
Una aberración más es el austericidio actual en la política gubernamental que deteriora programas económicos y sociales de los países. Las reglas monetarias de la Unión Europea impiden que los países del sur de Europa realicen políticas expansivas. Con esto, se vulnera la legitimidad de origen de los gobiernos.
El Brexit es consecuencia de las rigideces de las políticas de la Unión Europea. Y el triunfo de Trump es revelador de una generalizada posición antisistema, producto de la insatisfacción económica y de un establishment político autocomplaciente.
Esto ocurre cuando el poder político y económico tiene un desplazamiento hacia los países asiáticos en donde el capitalismo convive con formas antidemocráticas de poder.
Con la globalización y la existencia de organismos internacionales que fijan normatividad, los estados-nación no pueden controlar y regular la economía.
Los mercados no tienden al equilibrio de manera automática. Ocurre cuando están regulados por la mano visible del Estado.
El crimen, la inseguridad ciudadana y la corrupción ya no son problemas locales, porque se han globalizado. Involucran a los países pobres y ricos. Y se vinculan con redes gubernamentales.
Con Trump se mueve el piso de las relaciones políticas internacionales, porque se consolida el poder del Partido Republicano en el Congreso. Consecuentemente, hay consternación y miedo. Nos recuerda a una advertencia que hacia el poeta inglés Rudyard Kipling: “El poder sin responsabilidad: la prerrogativa de la ramera desde tiempo inmemorial”.
Hay muchas preguntas: ¿Qué va a pasar con los actuales juguetes atómicos? ¿Se avecina en el Medio Oriente una guerra civil nuclear? ¿Cómo gobernar la globalización con democracia, libertad comercial y cohesión social? ¿Se globalizará la antiglobalización? ¿Cómo poner orden en el mundo con base en alianzas difíciles entre los líderes, unos con visión de Estado, otros dominados por la egomanía?
El panorama actual es confuso: todas las locomotoras económicas están en los talleres de reparación; la Cuarta Revolución Industrial está ocasionando desempleo; el ISIS es la expresión de una guerra regional basada en fundamentalismos religiosos y la intolerancia de Occidente, que conduce a terrorismos; las crisis de Siria y la prepotencia de Corea del Norte muestran unas Naciones Unidas sin capacidad de reacción; el conflicto geopolítico en Ucrania; el cambio climático; el precio del petróleo derrumbado; el dogma de que el Estado es el problema y el mercado, la solución; la economía de guerra, y la OTAN.
El capitalismo del ego engendra monstruos y ha existido una transición del mundo unipolar en donde Estados Unidos controlaba todo a un mundo multipolar en el cual nada puede hacer Washington sin contar con China, Europa, Rusia o India. Son protagonistas importantes de la nueva geometría del poder.