¿Nos alcanza para defender el TLC y a los migrantes?
Más vale que el gobierno mexicano tenga la capacidad de defender con éxito al TLC y a los migrantes porque ninguno de los dos son desechables.
El huracán Trump no dañará el NAFTA, pero sí causará estragos entre los migrantes. Esto no viene en las profecías de Nostradamus, es más bien un asunto de sentido común: al Tratado de Libre Comercio le sobra quien lo defienda, mientras que los migrantes ilegales están en una situación de vulnerabilidad extrema. Los mecanismos de protección que hay para ellos no son proporcionales a las amenazas que enfrentan.
Al TLC le sobran caballeros blancos y damas de hierro dispuestos a jugársela por él. Se está conformando un “frente” de grandes empresarios mexicanos y no sería raro que veamos a las corporaciones estadounidenses haciendo lo propio. Hay mucho dinero en juego: son más de 1,500 millones de dólares diarios de comercio, además de cientos de miles de millones de dólares de inversiones que “apostaron” por un proyecto de integración que implica a tres países con grandes diferencias económicas, sociales y culturales.
A los migrantes ilegales los ilumina otro sol. Su ilegalidad los coloca a la merced de las autoridades migratorias y de grupos sociales que se sienten envalentonados con el triunfo del candidato republicano. Desde el día de la elección, se han registrado 437 actos de agresión o acoso por motivos de odio antimigrante, según el South Poverty Law de Alabama, una organizaciónque recopila información sobre los crímenes de odio en Estados Unidos. En el mapa de los grupos de odio elaborado por el SPL, hay registrados 10 cuya causa son los migrantes. Dos en California y uno más en cada uno de los siguientes estados: Texas, Arizona, Colorado, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Washington, Nueva York y Virginia Occidental.
DOMADOR. Todos para uno y uno para todos. El coordinador del PAN, Fernando Herrera Ávila, manifestó que su bancada apoyará todas las iniciativas que surjan para proteger a los mexicanos que viven en Estados Unidos, así como la relación comercial con ese país. El legislador consideró: “Lo que defina el gobierno tiene que llevarse a la práctica, que no puede ser simplemente un decálogo de buenas intenciones, sino que tiene que estar acompañado con acciones muy concretas”.
De cara al TLCAN, es muy probable que aparezca el Donald Trump pragmático. Necesita la renegociación del acuerdo para cumplir frente a su electorado con un aspecto central en su retórica de campaña, pero no podrá destruir ese acuerdo que tanto criticó por dos razones: uno, el presidente de Estados Unidos tiene un poder acotado, cuando se trata de enfrentarse a las grandes corporaciones; dos, la economía estadounidense no está en condiciones de desconectarse de la economía mexicana. Lleva mucho tiempo “exportando” las partes de la producción manufacturera que no son rentables en Estados Unidos, por los costos de mano de obra. No podría desconectarse de manera total, pero tampoco de forma parcial. Gravar con aranceles de 35% las importaciones de bienes producidos en México produciría inflación en casa del tío Sam, pero no garantizaría la recuperación de los empleos. Los fabricantes podrían apretar más sus costos en México; trasladar la produccióna un tercer país o regresarla a Estados Unidos usando procesos automatizados que ahorrarían los costos de mano de obra.
La faceta extremista de Donald Trump podría encontrar su expresión más plena en la política antimigrantes. Ahí el terreno es fértil, de acuerdo con las encuestas, además de que no tendría que empezar de cero. La administración Obama ha roto todos los récords de deportaciones. Alcanzó la cifra de 2.5 millones entre el 2009 y el 2015, cantidad muy cercana a los 3 millones que promete Trump.
¿Tendrá el gobierno mexicano la capacidad para defender con éxito el TLC y a los migrantes ilegales? Más vale que la tenga, porque ni el uno ni los otros son desechables.