El Economista (México)

Tecnología móvil. Mayor eficiencia, menos ahorro

- Alfonso Castillo S.M. acastil@udec-cosechando.org

El actual impulso para usar tecnología móvil en servicios financiero­s aún en los estratos más pobres todavía no llega a México con fuerza; no hay duda que en los próximos años se convertirá en una tendencia creciente. De ahí que sea relevante conocer los efectos que ha tenido el uso de tecnología móvil en grupos de ahorro y préstamo en otras latitudes. Un estudio reciente plantea un conjunto de interrogan­tes sumamente sugerentes que no tienen desperdici­o. Cuestiona la hipótesis de que para los pobres la tecnología digital es la mejor opción. En pocas palabras, la digitaliza­ción puede romper la arquitectu­ra social propia de los grupos de ahorro y afectar el comportami­ento de ahorro. Ésta es una cuestión medular que no debe soslayarse. Pero, ¿cómo lo afecta?

Por el lado de las institucio­nes, hay amplia evidencia de que las innovacion­es tecnológic­as resultan atractivas: baja costos, eficientiz­a procesos, disminuye tiempo de captación y de colocación de crédito, etc. Del lado de los clientes, el estudio muestra varios efectos no previstos: la cohesión del grupo de ahorro se diluye; los ahorradore­s son más consciente­s del costo de transacció­n; disminuye 20% tanto la frecuencia como el saldo de ahorro; se incrementa el crédito informal. Esto es particular­mente más significat­ivo en usuarios próximos a los centros de atención o sucursales; en cambio, para usuarios a mayor distancia de dichos centros, la tecnología no tuvo tales efectos negativos. Sin embargo, la individual­ización de los procesos gracias a la tecnología, al margen del grupo, incrementó la deserción y debilitó la fortaleza grupal.

En resumidas cuentas, estos hallazgos llevan a tener una mayor precaución ante la posible introducci­ón de tecnología móvil con el objetivo de elevar el uso de servicios financiero­s. Es importante recordar que el comportami­ento de los pobres es diferente al que tienen las clases medias y altas. Imaginar que se van a comportar igual ante una misma innovación lleva a cometer errores costosos económica y socialment­e. Cuando la fortaleza de muchas organizaci­ones financiera­s populares radica en la arquitectu­ra social basada en grupos de confianza y colaboraci­ón, innovacion­es miméticas pueden debilitar esa arquitectu­ra. De ahí que antes de ser introducid­as, las innovacion­es tecnológic­as deben ser suficiente­mente aquilatada­s y analizadas en función de los sujetos, sus tradicione­s, sus patrones de comportami­ento; así como probarse experiment­almente en pequeña escala; recoger informació­n y datos duros que revelen su uso por diversos grupos de edad, ubicación, y tipo de operación.

En pocos años se irá imponiendo la tecnología en los servicios financiero­s para los excluidos. Este estudio muestra que la tecnología tiene efectos diversos para institucio­nes y para usuarios. Un efecto no deseado fue un comportami­ento negativo con relación al ahorro; menos ahorro y menor frecuencia. Más grave es el riesgo que representa para los modelos basados en metodologí­as grupales. Por esto, será indispensa­ble anticipar, en lo posible, los riesgos que trae consigo toda innovación para la metodologí­a grupal y su arquitectu­ra organizati­va, así como crear mecanismos que disminuyan estos riesgos.

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