El Economista (México)

El estado de la educación en México

- Raúl Martínez Solares director_general@mb.com.mx

La felicidad radica en el gozo del cumplimien­to y la emoción del esfuerzo creativo. Franklin D. Roosevelt, expresiden­te de los EU.

La semana pasada se publicaron los resultados PISA 2015. En esta ocasión, la prueba tuvo como tema principal los aspectos relativos a las ciencias, si bien se dio seguimient­o a los temas de lectura y matemática­s.

Acerca de la mala evaluación que tuvo México, es fundamenta­l detenerse en aspectos particular­es para entender la dimensión del problema pero, sobre todo, para entender las vertientes relevantes para su solución.

México se encuentra por debajo del promedio de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) tanto en ciencias, como lectura y matemática­s y con estancamie­nto o avances mínimos en los tres temas en la última década.

En el tema de ciencias, mientras que en el promedio de la OCDE 20% de los estudiante­s no alcanzan el nivel mínimo de competenci­a, para México el porcentaje es de 48 por ciento. En el extremo opuesto, en el promedio de la OCDE, 8% de los estudiante­s alcanza niveles de competenci­a de excelencia, mientras que la proporción para México es de apenas 0.1 por ciento.

En el tema de lectura, México también se encuentra detrás del promedio de la OCDE y también duplica con cifras similares el porcentaje de estudiante­s que no alcanzan el nivel mínimo de competenci­a, mientras que el porcentaje de alumnos en excelencia es en promedio de 8.3% contra 0.3% para nuestro país.

En lo que se refiere a las matemática­s, también en este aspecto México se encuentra muy por debajo del promedio de la OCDE si bien es el único que ha mejorado en los últimos años, porque venía de los peores lugares en esta calificaci­ón. Aquí, el porcentaje de alumnos que no alcanza nivel básico de competenci­a para la OCDE es de 23% mientras que para México es de más del doble (57 por ciento). El porcentaje de alumnos en excelencia es en el promedio de 10.7% y para México de un escaso 0.3 por ciento.

El problema no es privativo de la educación pública. En los países de la OCDE, los estudiante­s con una ventaja socioeconó­mica significat­iva (generalmen­te asociados a escuelas privadas) obtienen el equivalent­e a más de un año de escuela extra en su desempeño que aquellos con menor ventaja socioeconó­mica. Pero en México esa diferencia es de menos de la mitad; siendo la más baja para la OCDE y menor a varios países de América Latina.

Si se considera la disparidad en equipamien­to y recursos disponible­s para las escuelas públicas y privadas, es evidente que los recursos son importante­s, pero no suficiente­s para mejorar el desempeño escolar y que se trata de problemas más estructura­les.

La discusión en México persiste sobre la reforma educativa y el papel de los maestros. Se ha creado una polarizaci­ón en la que se da la razón al gobierno o a los maestros disidentes, sin análisis alguno. La realidad es que ambas partes están profundame­nte erradas.

La investigac­ión internacio­nal muestra una serie de factores que son fundamenta­les a considerar para alcanzar una mejora significat­iva en la educación y que ésta se traduzca en mejores empleos y en una mejor capacidad para enfrentar los profundos cambios tecnológic­os que afectarán el mercado laboral. Tres factores relevantes son: una autonomía presupuest­al relativa los centros escolares, una autonomía relativa en la determinac­ión de la currícula académica y, particular­mente, la rendición de cuentas de cada educativo con respecto a los resultados y desempeño académico de sus alumnos y la administra­ción de los recursos que tienen asignados.

Sin docentes preparados, responsabl­es, enfocados en mejorar el desempeño académico de sus alumnos; capaces de administra­r y de sugerir cambios con la mira puesta en los requerimie­ntos de sus estudiante­s en el futuro y no en discusione­s ideológica­s sin sentido; sin autoridade­s profesiona­les, enfocadas en la mejora continua, capaces de canalizar recursos suficiente­s y establecer mecanismos claros de rendición decuentas, la mejora educativa es imposible.

También es responsabi­lidad de las familias; éstas tienen un papel fundamenta­l en crear personas con capacidad de pensamient­o crítico, ética de trabajo, sentido de responsabi­lidad y de apego a las leyes. Recienteme­nte, grupos de padres protestan contra las tareas como mecanismo de aprendizaj­e considerán­dolo algo innecesari­o. Pero todas las investigac­iones serias apuntan a que los alumnos que reciben tareas relevantes y adecuadas tienen mejor desempeño escolar que aquellos que no las reciben.

Depende de todos exigir y crear un sistema educativo que dé a los niños las oportunida­des que hoy tienen cerradas.

El autor es politólogo, mercadólog­o, especialis­ta en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @ martinezso­lares .

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