¿Confrontación digital?
Al cierre del 2016 comienza a circular información que muestra, sin lugar a dudas, que México —en términos digitales— es totalmente Facebook. Adiós a la República Twitter (Fausto Pretelin dixit), la plataforma de intercambio social creada por Mark Zuckerberg, tiene vínculos estrechos con YouTube e Instagram, pero irremediablemente depende de la navegación y los servicios de correo electrónico que ofrece Google.
Sopitas es el más influyente, en la blogósfera. El Debate de Culiacán, el más consultado. Y en el mercado de la información, los líderes de opinión formados en los medios tradicionales han pasado a segundo plano. La videobloguera Mariand Castrejón, conocida popularmente como Yuya cuenta con 15.4 millones de suscriptores en su canal de YouTube y 6.9 millones de seguidores en su cuenta de Twitter.
Yuya apenas tiene 23 años y se estima que genera 200,000 pesos mensuales sólo por hacer una mención de un producto. Y ni así está en el top de los más seguidos. Está en el número seis de México, por encima de artistas consolidados como Gloria Trevi (26), Aleks Syntek (23) o el futbolista Javier Hernández (8); incluso, más que el mismo presidente Enrique Peña Nieto (5.54 millones, lugar 16).
Los influencers dominan al resto del ecosistema informativo, donde el debate actual versa sobre la “neutralidad” de las redes sociales y las fake news. “Los medios tradicionales —como The New York Times, The Washington Post o Reforma— acusan a las redes sociales de publicar notas falsas (pero) ellos lo hacen desde hace años”, reclama Sergio Zaragoza, fundador de Botón Rojo, una de las agencias digitales que ha irrumpido con fuerza en épocas recientes.
¿El monopolio de las noticias falsas, en disputa? Desde la propagación del modelo de “info entretenimiento”, los medios tradicionales se han concentrado en los escándalos y difunden información incorrecta para difamar a los poderosos. Y esto no es culpa de las redes sociales, sino de malos editores y periodistas indolentes. Las filtraciones de documentos, audios y videos obtenidos ilegalmente es una práctica tan común como perniciosa.
Sobre estos asuntos habló Zaragoza hace dos semanas en la presentación del libro Crisis viral (Iexe Editorial, 2016), del comunicólogo regiomontano Marcelo García Almaguer, exvocero del CEN del PAN y responsable de la imagen del gobernador Rafael Moreno Valle.
Con una metodología de evidentes raíces bostonianas, este tratado sobre las tendencias en comunicación política digital en México fue prologado por el periodista Federico Arreola, director de sdpnoticias.com —uno de los portales de información más consultados en México—, y el columnista poblano Mario Alberto Mejía.
Paradojas de la libertad de expresión… Hace una década, el uso de las redes sociales en las campañas electorales era incipiente. Ahora, como consta en Crisis Viral, el monopolio de la influencia ya no lo ejercen solamente los medios “autorizados”. El consumo del telediario de la noche ha sido sustituido por el de videos informativos satíricos bajo demanda; la veracidad del periodista convencional ha sido superada por la del reportero ciudadano. El número de seguidores es el nuevo criterio con el que se mide la influencia, y en algunos casos, la credibilidad digital.
La política, en la era de los hashtags. #YaMeCansé y #YaSéQueNoAplauden son las secuelas del #YoSoy132, pero la misma expresión de un grupo político que sigue sin entender las reglas que imperan en el ecosistema digital.
El hartazgo también puede movilizar a los ciudadanos a tomar determinadas acciones. Los mensajes políticos, en las redes sociales, son emitidos por nuevos protagonistas… y se reproducen profusamente gracias a la reforma en telecomunicaciones, como efecto del abaratamiento de la conectividad y la proliferación de los smartphones.
En materia de telecomunicaciones y conexión a internet, de acuerdo a la OCDE, en México hay más de 68.8 millones de personas “desconectadas”, sólo por debajo de Brasil (85.7 millones), asimismo afirma que el uso de los servicios de tecnologías de la información y comunicación es extremadamente desigual. En promedio, 20% de los hogares más ricos en el país representan 47% del gasto total en telecomunicaciones. En el otro extremo, los tres deciles más bajos representan sólo 7.6% del total.
EFECTOS SECUNDARIOS
APREMIOS. Ante procuradores y presidentes de tribunales de las entidades federativas, el jefe del SAT, Osvaldo Santín, formuló un respetuoso recordatorio: está pendiente la firma de convenio para intercambio de información. Ojalá los aludidos no le den largas a este asunto, necesario para poder cerrar pinza en la fiscalización.
PROPUESTA. Tentativamente, del 15 al 20 de enero del 2017 podrían sesionar ambas cámaras del Congreso federal para resolver sobre la Ley de Seguridad Interior. De acuerdo con el diputado perredista, Waldo Fernández, quien preside la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional, es posible avanzar en el dictamen de las iniciativas remitidas por las bancadas del PRI y del PAN. ¿Será?