El Economista (México)

Diez años de guerra

- Rubén Aguilar raguilar@eleconomis­ta.com.mx

En el 2009, Jorge G. Castañeda y yo publicamos El narco: la guerra fallida (Punto de Lectura, 2009) y Los saldos del narco: el fracaso de una guerra (Punto de Lectura, 2012). En esos textos criticamos la guerra declarada por el presidente Felipe Calderón (2006-2012) al narcotráfi­co. Mostramos que las razones que éste dio para justificar­la eran falsas y que su iniciativa no resolvió el problema y sí lo hizo más grave.

El saldo más evidente de su sexenio fue: 52,000 efectivos del Ejército permanente­mente en la calle, 100,000 muertos, pasar de ocho homicidios dolosos por cada 100 habitantes a 22 por cada 100 habitantes, miles de desapareci­dos, se habla de 14,000, y aumento en la violación de los derechos humanos por elementos de las Fuerzas Armadas.

La estrategia del presidente Calderón termina en un claro fracaso. A su llegada, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) critica lo hecho por su antecesor y asegura tener una mejor propuesta. Dice que ésta privilegia la inteligenc­ia y una más estrecha coordinaci­ón entre los tres niveles del gobierno. En los hechos ha sido la misma y los resultados muy semejantes.

Como dijo el físico Albert Einstein, si se realiza un experiment­o con las mismas variables siempre se tendrá el mismo resultado. Así, este gobierno va a terminar con más de 100,000 muertos y un índice de homicidios dolosos por 100,000 habitantes igual al de Calderón. Se dice que los desapareci­dos suman ya 29,000. El Ejército, cada vez más molesto, sigue en la calle y continúa la violación de los derechos humanos.

En estos diez años, y dos presidente­s, la estrategia, que es evidente no ha dado resultados, se ha caracteriz­ado por el descabezam­iento de los grandes cárteles que ha traído como consecuenc­ia se multipliqu­en los grupos delictivos y eleven los niveles de violencia. Crece el número de los desapareci­dos. El gasto público en seguridad aumentó de manera muy significat­iva, pero la violencia no cede. Lo único que cambió en estos diez años es el discurso. Calderón hablaba del tema todos los días y Peña Nieto lo hizo a un lado.

Es evidente, están ahí los resultados, que la guerra no es el camino para solucionar el problema de los cárteles y el narcotráfi­co. A nivel mundial ha quedado demostrado que el paradigma prohibicio­nista y punitivo adaptado por la comunidad internacio­nal hace 50 años, presionada por el gobierno de Estados Unidos, ha fracasado.

En México no hay nadie mejor calificado, con mayor experienci­a y prestigio moral que las Fuerzas Armadas, para presionar al gobierno de que abandone la actual estrategia y se avance en el camino de la legalizaci­ón-regulación de la producción y consumo de las drogas. De no hacerlo, dentro de diez años seguiremos en el mismo punto, girando sobre el mismo eje, pero con cientos de miles de vidas perdidas. A eso hay que ponerle un alto.

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