Ausencia de latinos en el gobierno que nacionalizará el sueño americano
“LOS BILLETES y las monedas son la forma como tocamos a los estadounidenses cada día (...) Somos parte de la historia”, comentó Rosa Gumataotao Ríos, tesorera de Estados Unidos desde el 2009, a la BBC. Seis de las últimas 10 tesoreras han sido latinas. En el 2001, en los tiempos del presidente republicano George W. Bush, Rosario Marín ocupó el puesto. Ella estudió la secundaria en la Escuela Técnica No. 20 en la colonia Agrícola Pantitlán y a los 14 años emigró a Estados Unidos.
Barack Obama nombró a Julián Castro como su secretario de Vivienda el 28 de julio del 2014. Su abuela llegó desde México a San Antonio para desempeñarse como trabajadora doméstica y cocinera. En español, Obama dijo sobre Julián que “cumplió con el sueño americano”. Ahora, parece ser que el sueño americano está por ser nacionalizado por el nuevo presidente.
Donald Trump no sólo eligió de manera estratégica a México como eje transversal temático durante su campaña electoral, sino que convirtió al país en fuente de múltiples problemas para Estados Unidos.
Desde Comercio hasta la CIA, pasando por el fiscal general, Tesoro, Secretaría de Estado, Energía, entre otros cargos, ingresarán al espectro político mexicano a partir del próximo 20 de enero pero no como parte de un ensayo electoral sino como parte neurálgica de la agenda binacional.
El secretario de Seguridad Nacional, John F. Kelly, es uno de los más fervientes partidarios de sellar la frontera con México, por lo que será el encargado de estar presionando a México en la construcción del muro. Llegó a advertir al Congreso sobre el riesgo de que grupos terroristas con armas de destrucción masiva ingresen a Estados Unidos a través de México por las mismas rutas que utilizan los inmigrantes.
Todavía no jura ante la Constitución Donald Trump y las manifestaciones de grupos latinos en contra de Jeff Sessions, próximo fiscal general, ya comenzaron. En los años ochenta su nominación a un cargo de juez federal fue bloqueada por comentarios racistas; es reconocido como “enemigo máximo de la amnistía” para los indocumentados; rechazó la ley contra la tortura; y será el encargado de articular la política de “ley y orden” preconizada por Trump en lo que se espera de un giro de 180° con relación a la actual titular Loretta Lynch, defensora de derechos civiles.
Comienza la era donde el odio forma parte de agenda bilateral.