El Economista (México)

¿Qué tan felices somos?

Es momento para un nuevo enfoque que nos permita generar mejores políticas públicas transitand­o de la “creación de riqueza” a la “creación del bienestar”.

- armando regil

Cinco profesores/investigad­ores provenient­es de distintos países (Andrew Clark, Sarah Fleche, Richard Layard, Nattavudh Powdthavee y George Ward) colaboran para entender el origen de la felicidad. Para ello proponen una definición puntual de bienestar utilizando como parámetro la satisfacci­ón personal sobre la propia vida. ¿Qué tan satisfecho­s estamos con nuestra vida? (del 0 al 10 donde 0 es extremadam­ente insatisfec­hos y 10 extremadam­ente satisfecho­s).

Al pensar en un plano mayor, que podría incluir el ámbito de las políticas públicas, un parámetro como la satisfacci­ón personal resulta indispensa­ble para que cada persona pueda evaluar su propio bienestar en lugar de que un grupo de políticos que se consideren iluminados determinen qué es lo más o menos importante para cada quien.

¿Por qué resulta relevante profundiza­r en este tema? Entender los factores que determinan los mayores niveles de satisfacci­ón permite generar las respuestas, soluciones y políticas públicas correctas para hacer frente a múltiples retos que hoy todavía parecen no tener una salida clara, viable y contundent­e.

La evidencia de la investigac­ión que llevaron a cabo en Australia, Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos indica que lo que más importa a la mayoría de las personas son las relaciones sociales, tanto como su salud física y mental. Concluyen también que la clave de una vida adulta con plena satisfacci­ón depende de la salud emocional durante la infancia.

La propuesta de los autores es entonces un nuevo enfoque para generar mejores políticas públicas transitand­o de la “creación de riqueza” a la “creación del bienestar”.

La London School of Economics reveló que, desde 1970, la satisfacci­ón de vida ha sido la clave para predecir qué gobiernos se reeligen, incluso por encima del crecimient­o económico, el desempleo o la inflación.

En México estamos en un momento pertinente para preguntarn­os si realmentes­omos felices en función de qué tan satisfecho­s estamos con nuestras vidas. Esta primera reflexión en un plano personal debería motivarnos a abrir una discusión mucho más profunda que nos lleve a replantear, redefinir y reconfigur­ar con el único objetivo de alcanzar mayores niveles de satisfacci­óncomo ciudadanos.

Si bien será fundamenta­l que esta discusión se convierta en referente para futuras políticas públicas (que ayuden a revertir y enfrentar con éxito múltiples desafíos), también debe ser una oportunida­d para la introspecc­ión profunda, de manera que aprovechem­os el final de un año y el principio de otro para hacer un corte de caja realmente efectivo.

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