¡Bienvenido, Mr. Trump!
Don Donald ha llegado como chivo en cristalería, ofensas e insultos van y vienen dando muestras palpables de rechazo a quien no es de su raza.
Un multimillonario como Trump tiene larga cola que le pisen y flancos débiles difíciles de explicar a sus conciudadanos. “Venda los negocios, no la Presidencia”, reza el encabezado de un editorial de The New York Times (28 de diciembre). Sus intereses empresariales, extensos y diversos, amplia red de afinidades, llamémoslas así, pueden ser objeto de acusaciones de corrupción, algo pernicioso para la máxima institución americana que va a representar. La población de Estados Unidos necesita estar segura de que Trump trabaja para ella y no en beneficio de su fortuna, o de la de su familia, o de la de sus allegados, ya que no faltarán negocios, o incluso gobiernos, que soliciten sus favores.
No quiero que creen empleos en el extranjero, atruena el magnate, amenazante. Sin embargo, él invierte, da trabajo y gana dinero en otras naciones que no son la suya. La hija Ivanka fabrica ropa y artículos de vestir en Indonesia, Vietnam, China, Paquistán y hasta en Lesotho, en el sur de África, aprovechando mano de obra barata y dejando de crear plazas, que salen caras, en el país que el padre dice defender. Hace lo mismo que ha hecho, desde hace varias décadas, la industria del vestido estadounidense: establecerse fuera por razón de menores costos. Sentido común, algunos lo llaman racionalidad económica. La mencionada señora, que reconoce ser empresaria, es vicepresidenta ejecutiva de la Organización Trump.
Don Donald ha llegado como chivo en cristalería, ofensas e insultos van y vienen dando muestras palpables de rechazo a quien no es de su raza o de su sexo, causando irritación y desconcierto en el exterior y, sobre todo, creo yo, la más profunda división en la sociedad americana desde que terminó la Guerra Civil y se dio por exterminado el racismo.
Poco importa la construcción del famoso muro con México. Lo que importa es que este individuo ha construido muros morales y quizá lo seguirá haciendo. Ello va en contra de los cimientos sobre los cuales fueron fundados los Estados Unidos de América, resumidos en una sola palabra: libertad. La imagen internacional de EU cambia de buena y atractiva a mala y repulsiva. Opina Andrew Stebbens, un habitante del estado de California: “Si Trump quiere realmente que América vuelva a ser grande, debe fijarse en lo que ya la ha hecho grande y construir a partir de ello”.