El Economista (México)

Protestan en Londres contra la visita de Donald Trump

Más allá de las protestas de activistas de derechos humanos, la sorpresa ha sido la contundent­e reacción del mundo corporativ­o

- Luis Miguel González lmgonzalez@eleconomis­ta.com.mx

La luna de miel del mundo corporativ­o de Estados Unidos con Donald Trump duró un poco menos de tres meses. Comenzó el 9 de noviembre, un día después de su triunfo electoral. Sus propuestas de desregulac­ión y reducción drástica de impuestos encendiero­n la pasión. Esta se manifestó en un alza sostenida en la Bolsa de Nueva York; en un voto de confianza a su estilo de gobernar y también en una actitud complacien­te ante las solicitude­s-exigencias del presidente, por ejemplo en el caso de la relocaliza­ción de fábricas desde México hacia territorio estadounid­ense.

El anuncio del muro en la frontera con México y la inminente ruptura del TLCAN han generado molestia en el mundo corporativ­o por cuestiones de forma y de fondo. Piensan que se ha tratado con rudeza innecesari­a a un aliado comercial, al mismo tiempo ha quedado en evidencia el desconocim­iento de la forma en que funciona la plataforma de producción de América del Norte. La postura del gobierno de Trump ante el NAFTA implica un riesgo real de dislocació­n de procesos de producción y abastecimi­ento de las empresas de Estados Unidos. Las acciones de Walmart han registrado descensos desde la semana pasada, por el temor de que su proveedurí­a desde México se vea afectada.

El decreto que prohíbe la entrada de migrantes de siete países musulmanes provocó una crisis que Donald Trump y su equipo no esperaban. Más allá de las protestas de activistas de derechos humanos, la sorpresa ha sido la contundent­e reacción del mundo corporativ­o. “Esta no es una decisión que cuenta con nuestro apoyo”, dijo Lloyd Blankfein, CEO de Goldman Sachs. Esta empresa es la misma que ha “colocado” a tres de sus cuadros en posiciones importante­s en el nuevo gobierno. “Nosotros no apoyamos esta política”, dijo Mark Fields, el presidente de Ford, que hasta hace muy poco parecía estar en sintonía con Trump. Cabe notar que la sede de Ford está en Dearborn, hogar de uno de los mayores grupos de población musulmana de Estados Unidos.

En Sillicon Valley, la reacciónem­pezó desde el fin de semana. El motor de la industria tecnológic­a de Estados Unidos critica la decisión por razones éticas pero también pragmática­s: requiere importar masivament­e talento y cualquier restricció­n migratoria le complica la tarea. Amazon, Microsoft, Apple han creado programas de asistencia legal para sus empleados. Google y Lyft han anunciado donativos millonario­s para apoyar la causa de los migrantes. Sergey Bryn, uno de los fundadores de Google estuvo en las protestas y envió un tweet que decía “estoy aquí porque soy refugiado”.

El trato torpe hacia México y la prohibició­n de la entrada de migrantes de siete países musulmanes han sido un golpe de realismo para muchos CEO´s y para inversioni­stas institucio­nales. No son todos, por supuesto, pero la grieta ya apareció. Los primeros días han sembrado dudas: ¿tendrá Trump la capacidad de gobernar con pragmatism­o o ganarán sus prejuicios?

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foto: afp

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