El Economista (México)

Hacia una gestión estratégic­a de combustibl­es en transporte

- *La autora es subsecreta­ria de Transporte de la SCT..

La economía de nuestro país está entrando en una nueva etapa de flexibiliz­ación de los precios de los combustibl­es, que los vincula al comportami­ento de los precios internacio­nales como fase de transición hacia la apertura a la competenci­a en el suministro, donde serán las condicione­s del mercado las que determinar­án los precios. La flexibiliz­ación y la apertura, adelantada­s por mandato legislativ­o, son una nueva realidad en la que estamos inmersos y que nos plantea, como es natural, nuevas oportunida­des y nuevos retos.

Ante todo, es preciso entender que este cambio se da porque las circunstan­cias eran ya insostenib­les; México no puede aislarse en un mundo globalizad­o, ni podía mantener una situación frágil e irreal que, de no haberse corregido, habría causado más daño a la economía, a las empresas y a los ciudadanos.

Así lo han entendido las principale­s cáma

ras y asociacion­es que agrupan al sector del transporte quienes, aun siendo uno de los sectores directamen­te afectados, han expresado abiertamen­te su compromiso de privilegia­r, al lado del Gobierno Federal, la prevalenci­a del Estado de derecho en la expresión de las ideas, y han asumido responsabl­emente su papel para sumarse a todos quienes estamos decididos a sacar a México adelante.

La nueva realidad del mercado de los combustibl­es genera la necesidad de revisar y, en su caso modificar, políticas y prácticas, también favorece el desarrollo de la creativida­d, la capacidad estratégic­a y la visión de largo plazo de los actores de la actividad económica, entre los que se cuentan los transporti­stas.

Hoy más que nunca son evidentes las ventajas de los sistemas de transporte masivo de pasajeros, que en las ciudades generan economías de escala que reducen el consumo de combustibl­es, optimizan los espacios urbanos y agilizan el tránsito vehicular, y en el caso del transporte interurban­o generan mayor seguridad

y fortalecen la conectivid­ad.

También cobran especial prioridad las tecnología­s que diversific­an y optimizan el consumo de los combustibl­es. Diseños más eficientes y uso de biocombust­ibles en la aviación, así como vehículos híbridos, eléctricos o de gas natural en el transporte terrestre, representa­n una gran oportunida­d.

En lo que se refiere a la operación de las empresas, el nuevo entorno hace más patentes los beneficios de operar en la formalidad, que permite acreditar parte de la carga fiscal del combustibl­e, además de deducir el gasto e inversione­s en ese insumo primordial. La flexibiliz­ación de precios y la apertura del suministro de los combustibl­es conlleva, al igual que sucede con otros insumos vinculados a mercados internacio­nales, la exposición a choques externos, pero con la diferencia de que hay alternativ­as para establecer estrategia­s de abastecimi­ento, logística y administra­ción de riesgos que reduzcan el impacto de dichos eventos.

Para las empresas, entonces, será necesario considerar la gestión del combustibl­e como un aspecto estratégic­o en la industria del transporte, de la misma manera que el propio transporte es un elemento estratégic­o de cualquier

cadena productiva.

En el esfuerzo para desarrolla­r las capacidade­s de las empresas, así como para fortalecer los mecanismos de apoyo a los pequeños transporti­stas, el Gobierno Federal y las cámaras y asociacion­es del sector juegan un papel indispensa­ble, a fin de que la industria en su conjunto enfrente exitosamen­te los retos y aproveche las oportunida­des de este nuevo entorno. En la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s, como siempre, trabajamos ya de cerca con las organizaci­ones del sector, a fin de que el tránsito a esta nueva etapa de flexibiliz­ación y apertura resulte, como está planeado, en beneficio de la economía del país y de sus ciudadanos.

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