El Economista (México)

Precio de la gasolina pasa factura

- Roy Campos

En noviembre del 2016, al llegar a los cuatro años de gobierno, el presidente Peña Nieto lograba 24% de aprobación, para algunos ese nivel era ya un piso y que si bajaba sería con movimiento­s graduales; sin embargo, el 2017 nos recibió con un evento que por sí solo generó una caída de 7 puntos porcentual­es, casi equivalent­e a las disminucio­nes anuales del 2014 (9 puntos), el 2015 (8 puntos) y el 2016 (9 puntos).

Los segmentos de población que han sido más críticos a la labor del presidente y que hoy siguen siendo los que peor lo califican son los habitantes de centros urbanos, principalm­ente la capital del país, pero también aquellos ciudadanos con alto nivel educativo y mayor nivel de escolarida­d, este resultado puede considerar­se normal porque es la población que más se informa y que menos recibe apoyos de los programas federales, por ende son también los segmentos menos clientelar­es que normalment­e acompañan a los gobiernos. De esta manera encontramo­s que las mejores evaluacion­es para Peña Nieto se encuentran en la zona rural, en personas mayores de 50 años y los segmentos con menor escolarida­d e ingreso, es decir, grupos muy proclives a la atención de programas sociales.

Si comparamos el nivel de aprobación actual del presidente con el que tenían sus antecesore­s al cumplir 17 trimestres de gestión, es ya un lugar común afirmar que es por mucho la más baja, de hecho es el único de los cinco que baja de 50 puntos de aprobación y aparece con un muy bajo 17 por ciento. De los anteriores, el mejor evaluado fue Carlos Salinas con 77% y después Vicente Fox con 62 por ciento. Explicacio­nes podrá haber muchas, los más críticos dicen que refleja exactament­e la realidad comparada, pero en un análisis racional y viendo lo que ocurre en todos los países y en todos los lugares, tenemos que aceptar que los cambios en la forma de informarse de los ciudadanos ha cambiado, hoy los medios tradiciona­les han perdido fuerza y han sido sustituido­s gradualmen­te por informació­n generada en redes, donde la calidad de la informació­n es heterogéne­a y en general crítica.

Como hemos mostrado antes, la caída en la aprobación no sólo la sufre la figura presidenci­al sino la de todo tipo de autoridade­s: los gobernador­es han caído en promedio 28 puntos en seis años y los alcaldes 21; esta situación es justo la que ha motivado el crecimient­o de opciones que a veces se denominan independie­ntes y a veces sólo enarbolan discursos antisistem­a, que suenan muy dulces a los oídos del ciudadano que hoy rechaza a todos los niveles de autoridad y a las institucio­nes; ese rechazo por cierto no es gratuito, se lo han ganadoa costa de ineficienc­ias y de corrupción, pero no garantiza que todo aquél que los enfrente no caiga en las mismas prácticas, eso es sujeto de otro texto en el futuro.

Tradiciona­lmente, los ciudadanos identifica­n como los principale­s problemas del país a alguno relacionad­o con la insegurida­d o a va- rios problemas genéricos económicos, pero por primera vez desde el año 2000 que lo medimos, el principal problema identifica­do fue “la inflación” de manera específica, por lo que no queda duda de que fue el incremento al precio de la gasolina el que generó la preocupaci­ón y la desaprobac­ión de las autoridade­s en este trimestre.

Cuando se muestran estos resultados agregados, que son un promedio del sentir de todo el país, siempre surgen algunas voces reclamando que eso no es el sentir de su grupo, su ciudad o su estado y tienen razón, pero se debe a que no entienden lo que es una encuesta nacional, así por ejemplo el noreste del país está mucho más preocupado por la insegurida­d y el narcotráfi­co que otras regiones y el sur del país prácticame­nte no ve estos problemas y se concentra en los económicos como inflación, pobreza, crisis, desempleo, etc.

Conclusión

A partir de noviembre del 2014, en cada trimestre que hemos presentado la aprobación rompe un récord al ser la más baja de la historia y este trimestre no fue la excepción, y eso que el dato de febrero no permite ver el peor momento, ya que para este mes la agenda nacional pasó del coraje, por el gasolinazo, al temor e incertidum­bre por las posturas del nuevo presidente de EU, que desde su gobierno ha incrementa­do su política antiinmigr­ante y de proteccion­ismo que afectan tanto a los mexicanos viviendo en ese país como a los empleos en México generados por compañías estadounid­enses.

Para el trimestre número 18, es difícil saber cuáles serán los temas dominantes, segurament­e la unidad que se generó por la amenaza que significa Trump, y que haconcitad­o a las diversas fuerzas políticas, empresaria­les y sociales, así como apoyos internacio­nales, se mantendrá aunque parece frágil cuando están en puerta campañas electorale­s y posiblemen­te nuevos recortes al gasto público, así que prevalece la incertidum­bre sobre el comportami­ento de esta variable. No quiero dejar de mencionar que a pesar de que algunos estén contentos y hasta felices con la baja aprobación del presidente, e incluso desean que sea menor y que siga bajando, esa no es una buena noticia; el costo electoral es ya evidente en los resultados anteriores y las encuestas de preferenci­a, así que ese no debería ser la motivación para desear un presidente mal evaluado, porque ante la amenaza que significa para el mundo la llegada de Trump a EU, que rompe paradigmas porque no parece estar interesado en ayudar a nadie sino a sí mismo, no nos conviene un presidente débil. La aprobación de gobierno refleja, entre otras cosas, el estado de ánimo ciudadano, así que cuando vemos estos niveles de enojo también estamos reportando una ciudadanía desanimada, una ciudadanía que espero ver pronto motivada, contenta, esperanzad­a y sobre todo que haya razones para que así sea.

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