El Economista (México)

Entre humanos y cosas

- José F. Otero*

El ser humano poco a poco será desplazado como centro inapelable del negocio de venta de líneas móviles. La penetració­n de este servicio ya ha alcanzado niveles de saturación en la inmensa mayoría de los mercados de América Latina, región donde la penetració­n promedio para este servicio supera 120%, según cifras de la consultora con base en Londres, Ovum.

Sin embargo, esta realidad no implica un inminente fin al número de líneas que pueda vender un operador de telecomuni­caciones en los próximos años. Todo lo contrario, es un aviso a todos los actores del sector de cómo el futuro en la oferta de acceso a telecomuni­caciones pasa por un camino donde los senderos se bifurcan.

El primer sendero es el que tradiciona­lmente ha sido protagoniz­ado por individuos. Este renglón de la industria en un futuro no lejano verá cómo la conexión a Internet de alta velocidad por medio de una red móvil se convierte en un commodity, por lo que la diferencia­ción del proveedor se dará por medio del acceso exclusivo a dispositiv­os innovadore­s y/o la oferta de todo tipo de contenidos exclusivos a sus usuarios.

Obviamente este nuevo entorno será mucho más complejo de lo escrito en estas páginas, pues estaremos entrando en la plena confluenci­a de dos sectores anteriorme­nte separados: redes y contenidos. Los operadores que no deseen ver sus ingresos erosionars­e al percibir ingresos por brindar servicios de comunicaci­ones deben comenzar a producir contenidos o, como mínimo, establecer acuerdos de exclusivid­ad con productore­s de contenido.

La diferencia­ción ya no es por cobertura ni por tecnología, los clientes ya tienen unas expectativ­as bastante altas sobre el servicio que reciben. Esos dos parámetros forman parte de los requisitos mínimos de la oferta que un operador comerciali­za.

El segundo sendero, el menos explorado, apunta a un crecimient­o de líneas que no necesariam­ente generen grandes cantidades de tráfico al operador. Sin embargo, su principal atractivo es la enorme demanda que se observará en las próximas dos décadas. Serán precisamen­te estos próximos veinte años los que sirvan para afianzar las conexiones desde elementos tangibles hacia una base de datos que puede utilizar la informació­n para procesarla e incrementa­r el conocimien­to que pueda tener sobre algún tema en particular.

Aquí simplement­e hablamos del llamado Internet de las Cosas, a esa capacidad de automatiza­r todo tipo de aparatos para que nos brinden informació­n valiosa sobre parámetros de consumo, mediciones especifica­s a diferentes verticales de la economía o data que sirva para prevenir accidentes. Las posibilida­des de cómo puede utilizarse esta tecnología en sectores como la transporta­ción, energía, salud y finanzas aún están por explorarse. Lo importante es que con el surgimient­o de millones de aparatos que van a estar conectados de una forma u otra a la red dorsal del país donde estén desplegada­s, los operadores de telecomuni­caciones tendrán a un nuevo objetivo como cliente final. Este incremento en líneas dará paulatinam­ente paso a nuevos operadores enfocados a atender las necesidade­s del mundo del Internet de las Cosas, ya sea en su versión de ciudades inteligent­es o flotas de vehículos conectados.

Lo anteriorme­nte mencionado no está muy lejos, ya en América Latina y el Caribe tenemos la presencia de varios operadores virtuales que apuntan sólo al mundo de las conexiones entre máquina. Para estas empresas, el negocio con los humanos ya no es lo atractivo que fue en el pasado.

Mi advertenci­a ante esta evolución del mercado es que no nos hagamos ilusos, eventualme­nte las cosas también van a exigir una evolución en el tipo de servicio que reciben. Los complement­os no serán contenidos de video o aplicacion­es de entretenim­iento, sino analítica de datos y capacidad de almacenami­ento. Mientras el móvil se torna más audiovisua­l para los humanos, en el mundo de las cosas reinará el Big Data.

*José F. Otero es Director de 5G Americas para América Latina. Esta columna es a título personal.

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