Lo amo, pero ¿amo también a sus finanzas?
Normalmente, cuando se piensa en finanzas personales se relaciona al comportamiento de un individuo y su dinero. Sin embargo, nuestro comportamiento financiero no sólo tiene un impacto en nosotros mismos, también tiene efectos positivos o negativos en la pareja.
Muchos entendemos que nuestro dinero es eso, “nuestro”, y que es un tema que no necesariamente tiene que compartirse con el otro. Sin embargo, es una realidad que en los tiempos actuales los temas económicos son más complicados en el día a día de la vida en pareja y resultan ser relevantes. En México, en el 2010 se registraron 86,000 divorcios, mientras que en el 2015 el número alcanzó cerca de los 124,000. Esto se traduce en que se pasó de 15 divorcios por cada 100 matrimonios a 22 por cada 100 en cinco años.
Es una realidad que parejas con problemas financieros constantes y la poca compatibilidad en temas de dinero pueden derivar en una disolución de la relación.
Objetivos individuales y en pareja, así como la prioridad de los mismos.
Definir la prioridad del ahorro para lograr los planes planteados. Ahorro para estudios de los hijos, viajes, negocios, planes para el retiro, etcétera.
Gastos importantes para cada uno y el impacto de los mismos en la economía familiar. Préstamos y créditos.
Evaluar si es necesario solicitar algún crédito de auto, hipoteca o préstamo personal. En este punto, también se incluye saber si alguno cuenta con deudas importantes y si es necesario generar un plan para afrontar las mismas.
Además es importante cuestionarse sobre cómo se gestionarán las cuentas y pagos del día a día, y cuál seguro es importante contratar, ya que a lo largo de la vida ocurrirán imprevistos y se necesita proteger a los hijos y al patrimonio familiar, también se afrontarán enfermedades, accidentes y posibles pérdidas; por ello es importante no dejar de abordar uno de los puntos más controvertidos: ¿se compartirán los ingresos? En cuya respuesta cabe un no, un sí o un parcialmente. Los tiempos han cambiado y los roles tradicionales de cada integrante de la pareja son cada vez menos vigentes, por eso no hay que dar por sentado cuál será la aportación de cada uno.
Los acuerdos y la administración del patrimonio familiar son tareas constantes, por lo que es de utilidad reconocer quién cuenta con una mayor habilidad para los temas financieros, pues la finalidad es generar la mayor utilidad en conjunto y si es necesario, contemplar la posibilidad de contratar a un contador o a un asesor que puede facilitar dicha administración.
Es claro que no existe la fórmula perfecta y que las combinaciones de nuestro comportamiento financiero son infinitas; sin embargo, objetivos claros compartidos incrementarán las probabilidades de una salud financiera conjunta y reducirán nuestra posibilidad de formar parte de las estadísticas de divorcio.
La autora es VP Product & Market Intelligence en BBVA Bancomer.