Imperdibles
Y
No cabe duda que HBO sigue siendo el rey. En un año en que Netflix ha brillado por su inconsistencia, HBO estrenó dos de sus mejores productos en una década. No me refiero a Game of Thrones, que sigue siendo el mejor pretexto de millones de suscriptores para pagar por sus canales premium. Tampoco me refiero a su provocadora actualización de Westworld; a sus imitadas pero no igualadas secuencias de créditos o a su app móvil, HBO GO, que falla más veces de las que funciona. Me refiero a sus miniseries.
Primero fue The Night of, último crédito de James Gandolfini para HBO. El proyecto, adaptado de la británica Criminal Justice, fue una de sus pasiones y tres años después de su muerte finalmente se realizó. John Turturro hizo el papel que adoraba Gandolfini y éste recibió una mención póstuma como productor ejecutivo.
Después, Big little liars, que agrupó un elenco que provocó la envidia de muchos estudios de Hollywood.
Ambas nominadas a varios Emmys y favoritas en la categoría de Mejor Serie Limitada (que se ha ido alternando con FX en los últimos años).
The Night of cuenta la historia de Naz (Riz Ahmed), un aplicado estudiante neoyorkino de origen pakistaní que por ir a una fiesta decide llevarse sin permiso el taxi de su padre. Es el inicio de una noche fatal que cambiará por siempre su vida. Será acusado de un crimen brutal y se verá inmerso en los entresijos de la justicia estadounidense, en cuyo proceso se topará con personajes fascinantes, encabezados por el abogado John Stone (Turturro), el exboxeador Freddy Knight (Michael Kenneth Williams) y el detective Box (Bill Camp). Cualquiera de los tres podría tener una serie propia.
The Night of fue adaptada y escrita por Richard Price, uno de los autores más destacables del género negro estadounidense contemporáneo. Colaboración con el cineasta Steve Zaillian, que hace una década había dejado la batuta por el rol de productor de media docena de películas, y que la retoma como quien salta a su bicicleta favorita. El mundo torcido de la justicia jurídica ya lo había visitado Zaillian en la espléndida A civil action.
The night of trasciende el thriller policíaco televisivo y se convierte en uno de los procedurals más meticulosos, perturbadores y artísticamente eficaces que han desfilado por un canal que se especializa en justamente eso. La mano de Price es notable y recuerda por momentos sus breves incursiones (junto a Denis Lehane y George Pelecanos) en esa maravilla que fue The Wire.
La miniserie no apunta nunca al estereotipo o al brochazo facilón para construir personajes. Cada uno de ellos, desde los dermatólogos que consulta el desesperado Stone, hasta los innumerables testigos, policías y reos, se perciben como una persona de carne y hueso.
Quizá la mayor virtud de esa larga noche de la justicia, es que nos permite ver la transformación completa de sus dos protagonistas. Ahmed fue capaz de mostrar cada matiz emocional y moral del viaje de Naz. Pero es el John Stone de Turturro (en el mejor papel de su carrera, y no lo digo
The Night of
fácil, es una larga y destacada carrera) quien es el centro espiritual de la trama. Su abogado cínico y oportunista es una fachada de generosidad y profunda soledad. Naz quien sufre el proceso legal, pero es Stone quien continuamente nos rompe el corazón.
Y luego está Big Little Lies, creada y escrita por David E. Kelley, quien vuelve después de un lustro casi sabático con una muy buena serie para Amazon (Goliath) y con esta saga contemporánea de feminidad. Un drama familiar enmascarado estructuralmente como thriller, alrededor de los padres de familia (pero principalmente las madres) de una escuela primaria pública en un barrio de élites de Monterrey, California.
La miniserie está basada en la aclamada novela homónima de la australiana Liane Moriarty, y todos los episodios fueron escritos por Kelley y dirigidos por Jean-Marc Vallée (Dallas Buyers Club).
Big Little Lies ha sido comparada con Esposas desesperadas, pero es una comparación injusta. Las mujeres de Esposas desesperadas eran definidas, desde su título, por sus parejas y las posibilidades satíricas de la vida suburbana. Éstas, en cambio, han abrazado su papel como madres y como centro de lacomunidad y son sus maridos los desesperados.
Tenemos a Madeline (Reese Witherspoon), intensa, apasionada y extrovertida; a Jane (Shailene Woodley), una madre soltera huyendo de un incidente de su pasado; a Celeste (Nicole Kidman), una abogada que renunció a su carrera para atender a sus hijos y a su celoso y violento marido. Y a Renata (Laura Dern), brillante mujer de negocios, sacudida cuando su pequeña hija se vuelve víctima del bullying. Extraordinarias por partida triple: como mujeres, como personajes y como resultado de un trabajo que, para cada una de ellas es una nota alta en un currículum ya de por sí destacado).
Vallée toma un acercamiento casi poético a una estructura dramática que recurre a flashbacks, comentarios de padres de familia en entrevistas policiales y momentos oníricos; consciente de que cada detalle, cada actor secundario, cada elección de plano, gesto y elección sonora están en función de la historia y sus habitantes.
Y esa es quizá la virtud de estos proyectos de HBO, que no están hechos al vapor para cumplir un calendario de estrenos semanales. Son proyectos personales, cuidados y construidos para obtener lo mejor del talento involucrado. Y de ese hay mucho.
Big Little liar,