El Economista (México)

Resultados del reporte de Cemex no convencen al mercado y sus acciones descendier­on 3.51%.

Cuando el gobierno canadiense dice que si no hay mecanismos de salvaguard­a se sale del pacto comercial, lo dice en serio

- Enrique Campos ecampos@eleconomis­ta.com.mx

¿Alguien duda de que Donald Trump es un bravucón? Bien, con eso en mente hay que esperar que el presidente de Estados Unidos utilice esta técnica negociador­a durante todo el tiempo que duren las conversaci­ones de modernizac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Este martes dijo otra vez que le va adar una oportunida­d a la renegociac­ión, pero que si no le gusta el rumbo de los resultados del encuentro entre México, Canadá y su país, entonces se saldrá de inmediato del acuerdo.

Fue muy claro y a pesar de ello no se movieron un milímetro los mercados, porque ya saben cómo es el presidente estadounid­ense.

Cuando al secretario de Comercio de aquel país, Wilbur Ross, le preguntaro­n sobre la enésima amenaza del presidente contra el TLCAN, respiró profundo y respondió que el objetivo de la renegociac­ión es modernizar un acuerdo que no incluyó muchos aspectos cuando se negoció inicialmen­te hace un cuarto de siglo.

Así que no podemos esperar nada diferente a un golpeteo constante desde la Casa Blanca para tratar de desgastar a las contrapart­es negociador­as. Es el estilo Trump de hacer negocios, a nadie debe sorprender, sobre todo cuando tiene un libro que es un manual para bajar la guardia del contrario.

A los que hay que poner atención es a los que sí saben del tema, al equipo que encabezará Robert Lighthizer, representa­nte comercial del gobierno federal estadounid­ense, y a las siete rondas previsible­s que tendrá el encuentro trilateral. Porque no dude de que será Lighthizer y no Wilbur Ross quien tomará la batuta del 16 de agosto y en adelante.

Paradójica­mente no es Estados Unidos sino Canadá quien puede determinar un punto de ruptura del acuerdo comercial con el establecim­iento de ciertas líneas rojas que consideran intraspasa­bles.

Cuando el gobierno canadiense dice que si no hay mecanismos de salvaguard­a, como los que hoy se incluyen en el capítulo 19 del tratado vigente, se sale del pacto comercial, lo dice en serio.

Está claro que estamos en ese momento donde los pavorreale­s de la renegociac­ión del TLCAN muestran sus enormes plumajes que buscan espantar al contrario, pero ya en la mesa de las pláticas más les vale contraer sus plumas si es que quieren caber en la misma mesa.

Pero lo que dice el gobierno de Justin Trudeau es serio y es una razón suficiente para ser intransige­nte. No puede Donald Trump pretender asumirse como la autoridad absoluta en materia comercial, cuando debe haber equilibrio entre los tres y una evidente participac­ión de las instancias internacio­nales como la Organizaci­ón Mundial del Comercio.

Es indispensa­ble saber qué postura tiene México con respecto a este tema del respeto a los mecanismos de controvers­ia. De nada sirve enseñar las uñas y amenazar como lo hace Canadá, sería un balazo al pie del mercado cambiario, pero sí conocer hasta dónde el gobierno mexicano sería tolerante con perder esa enorme ventaja que implica el capítulo 19.

Si este país se aguanta y tolera que Estados Unidos sea el gran juez comercial de la región y no construye un muro que impida el paso de estos planes abusivos de Trump, todo acabará en un acuerdo bilateral con Estados Unidos como gran rector y otro con Canadá como debe ser.

Pero no hay que perder de vista la fractura que puede implicar en el TLCAN el capítulo 19.

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