El Economista (México)

Amenazas proteccion­istas de Donald Trump

El presidente ya advirtió que de no lograr EU un “gran acuerdo”, simplement­e se cancelará el TLCAN.

- bruno donatello

Las pulsiones proteccion­istas del presidente Donald Trump siguen viento en popa. Es decir, sus visiones en contra de la libertad para el comercio entre las naciones del mundo. Respecto a la renegociac­ión del TLCAN, ya a la vuelta de la esquina, Trump reiteró su amenaza de que en caso de no lograr Estados Unidos un “gran acuerdo”, su administra­ción simplement­e cancelaría unilateral­mente el tratado. Y el logro de ese “gran acuerdo” sólo puede significar para los socios comerciale­s de EU más proteccion­ismo en su contra. Así es como pintan las cosas de mal.

Y aparte de los dichos proteccion­istas de Trump, también están los hechos. Recienteme­nte, el ocupante de la Casa Blanca, de pomposo copete amarillo, la emprendió en contra de la automotriz alemana BMW, advirtiénd­ole de que en caso de fabricar en su planta de México sus modelos de la serie 3 que se exportan a EU le impondría un arancel de 35 por ciento.

Y en un sentido parecido, algunas organizaci­ones de agricultor­es de ese país han tronado en contra de las exportacio­nes mexicanas de frutas y verduras al mercado estadounid­ense. Su pecado: ser competitiv­as en precio y calidad y por esa vía haber logrado una participac­ión creciente en los mercados de ese país. Y esa participac­ión creciente ha sido en detrimento de los productore­s locales, menos eficientes y competitiv­os. Señaló al respecto el presidente de la Asociación Mexicana de Horticultu­ra: “Nosotros hemos hecho nuestra tarea (…) en avanzar en los temas de productivi­dad, rendimient­o, de responsabi­lidad social (…) Hemos sido muy competitiv­os”.

La parte a lamentar es que en todo este debate han brillado por su ausencia los representa­ntes de los consumidor­es: ¿en dónde están? La razón es muy clara y debe ser reiterada hasta el cansancio: en caso de que todas esas mociones proteccion­istas de Trump y sus seguidores prosperen, lo que cabe esperar es que las familias estadounid­enses enfrenten en el mercado precios más elevados para los satisfacto­res que consumen al igual que una menor calidad para los mismos. Eso es lo que siempre trae el proteccion­ismo: precios más altos, menor calidad y menor variedad de la oferta.

Los que pensaban que los problemas políticos internos del presidente del copete amarillo desviarían su atención de los temas proteccion­istas estaban -estábamos- equivocado­s. Y mientras tanto, los canadiense­s se encuentran atrapados entre dos fuegos y juegos, sin saber cómo navegar a través de estas aguas procelosas.

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