¿De verdad son buenas noticias las de las calificadoras?
A pesar de la baja en la perspectiva hace un año, siguió el endeudamiento por parte de Pemex y la CFE, lo que presionó el gasto
Hace un año, la principal noticia de finanzas públicas era que las calificadoras habían bajado la perspectiva de la deuda mexicana debido al alto ritmo de endeudamiento. El hecho generó un debate nacional en torno a la urgencia de reducir la deuda. Eso sirvió para decrecer, una vez más, el gasto en inversión, en salud y hasta en algunos programas sociales.
También se mantuvieron los incrementos de cientos de miles de millones a los fondos de pensiones de Pemex y de CFE, así como mayores gastos en seguridad, publicidad, presidencia y transferencias a entidades. Es decir, salvo el tema de que se castiga todavía más la inversión, no cambiaron las prioridades de gasto. Tampoco crecieron los ingresos.
La caída en el precio del petróleo y en la plataforma de producción de crudo se ha compensado con el impuesto a las gasolinas y la mayor recaudación del Impuesto sobre la Renta, gracias al uso de nuevas tecnologías. Lo único que pasó es que el remanente de operación del Banco de México en el 2016 y el 2017 fue cerca del doble que los años anteriores. Cuando las calificadoras cambiaron la perspectiva de la deuda mexicana de Negativa a Estable, ya se podía estimar que eso ocurriría.
La pregunta es por qué se cambió la perspectiva de la deuda cuando en realidad las finanzas sólo lucen mejor por estos remanentes extraordinarios que difícilmente se van a presentar en los próximos años; uno tampoco esperaría el nivel de intervenciones cambiarias recientes. El nivel de crecimiento es ligeramente mayor a lo esperado, lo que ayuda a mejorar la relación deuda-PIB.
También es cierto que los datos recientes subestiman el crecimiento, porque se compara un periodo con Semana Santa —menos días hábiles– y otro sin esos días de ocio. Pero sobre todo, no existen elementos serios para pensar que la economía va a crecer a un ritmo mayor que 2 por ciento. Si bien es cierto que el ritmo del gasto del gobierno es menor en el primer semestre del 2017 con respecto al año anterior, también lo es que las presiones de gasto se registran al final del año, cuando se paga cerca de 70% del total. Es decir, es posible que se haya pateado el registro de gasto hacia la segunda parte del año para mostrar un recorte mayor al real.
A estas alturas de la administración presidencial es prácticamente imposible que se articule una política pública para generar crecimiento. El gobierno no quiere ni intentarlo. Se asume que las famosas reformas estructurales no generarán crecimiento en el corto plazo, quizás tampoco en el largo. Persisten los problemas de desigualdad que limitan el crecimiento y queda pendiente el desarrollo del mercado interno.
Se generan más empleos pero cada vez de menor nivel salarial, y muchos de ellos son sólo el resultado de procesos de formalización. México puede pagar su deuda, no hay duda, pero el costo financiero que se paga año con año ocupa un espacio mayor del presupuesto. Tampoco se puede aseverar que los resultados financieros de Pemex y CFE sean resultado de las reformas y más bien apuntan a los apoyos financieros y fiscales del gobierno.
No existen focos rojos evidentes en las finanzas públicas, pero también hay que considerar que tenemos más presiones financieras, que no se ha realizado un recorte serio al gasto administrativo y que los ingresos no crecerán pronto. El problema de las finanzas públicas mexicanas es el bajo nivel de crecimiento, que es crónico en nuestra economía. Se celebra el recorte que hizo la SHCP, pero se reconoce que es recesivo. En las razones del cambio en la perspectiva están las famosas agendas de las propias calificadoras en los mercados financieros globales.
Éste también es un intenso cabildeo de los funcionarios mexicanos, que, de repente, son capaces de vender hacia afuera la idea de que es posible tener una economía estable, por mucho tiempo, sin que crezca y sin políticas que detonen crecimiento.
*El autor es diputado federal por el Distrito 8 federal de la Ciudad de México.