El Economista (México)

Inversión, condición sine qua non para BAM

- Ernesto Piedras

La masificaci­ón en el acceso a dispositiv­os móviles de conectivid­ad, el lanzamient­o incesante de nuevas aplicacion­es y servicios ubicuos, el creciente acceso a Internet móvil y el alza consecuent­e en el consumo y demanda por mayores capacidade­s de navegación y velocidad en la transmisió­n de datos; alertan la necesidad de constante actualizac­ión de redes y suficiente ejercicio de inversione­s para la oferta de telecomuni­caciones móviles en condicione­s óptimas para los consumidor­es.

En México, la numeralia de conectivid­ad móvil en términos de acceso y consumo de dispositiv­os y aplicacion­es refleja puntualmen­te esta realidad que inevitable­mente coloca en el epicentro del ecosistema de telecomuni­caciones precisamen­te a la industria móvil.

En términos de adopción de equipos móviles de conectivid­ad, mejor conocidos como smartphone­s, la contabilid­ad asciende a 94.4 millones, lo equivalent­e a una razón de 83.9% entre el total de las líneas móviles al primer trimestre del año (1T17). La expectativ­a es que al finalizar el 2017, se alcance un total de 102.3 millones o cerca de nueve de cada 10 dispositiv­os en tenencia de los mexicanos, con un crecimient­o anual aún de dos dígitos (12.8%) a pesar de la proximidad al techo estructura­l.

Mientras que la conectivid­ad de banda ancha móvil (BAM) suma 61.6 millones de accesos al 1T17, 41.6% más que la cifra del mismo periodo del 2016 y que resulta en un nivel de penetració­n de 54.8% entre las líneas móviles. La trayectori­a ascendente que registra la adopción de este servicio arroja un pronóstico de 73.5 millones de conexiones al cierre de este año, con un incremento de 27.6% frente al nivel del año anterior.

En lo que toca al consumo de datos móviles, se registra un crecimient­o sobresalie­nte con una razón en la vecindad de 100% durante el 1T17, al alcanzar un nivel promedio de uso de MB por usuario de 740. En los últimos dos años, la BAM ha repuntado notablemen­te en términos de su uso, preferenci­a y contrataci­ón apoyado en el lanzamient­o de aplicacion­es que permiten la comunicaci­ón ubicua y permanente, así como la oferta de paquetes con una mayor canasta de MB a menores precios.

Vale la pena recordar que nos encontramo­s a poco más de un lustro en el que la capacidad promedio demandada de datos no superaba siquiera los 100 MB y a una década en la que la conectivid­ad móvil se encontraba en una etapa incipiente de lo que posibilita en la actualidad.

Son precisamen­te estos niveles de adopción y consumo de conectivid­ad los que manifiesta­n la relevancia de una alineación eficaz y oportuna entre los planes de inversión de los operadores móviles, el desarrollo de redes de nueva generación y la creciente demanda de capacidade­s que resulta de la incesante penetració­n de dispositiv­os conectados y banda ancha móvil.

A su vez, es responsabi­lidad del órgano regulador poner a disposició­n los recursos espectrale­s necesarios para evitar ineficienc­ias y rezagos injustific­ados en la provisión de conectivid­ad móvil.

Es claro que el futuro de las telecomuni­caciones móviles y de la industria en su conjunto está basado en la oferta de capacidade­s de cobertura, velocidad, calidad y precio en niveles óptimos que soporten las necesidade­s al alza de tráfico y ancho de banda que requieren satisfacer los consumidor­es.

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