A propósito de “Ojos”, ¿y Ruiz Esparza?
En el lenguaje popular que empleamos en nuestro país el sustantivo ojo lo convertimos en calificativo y, según consigna Jesús Flores y Escalante en su libro Morralla del caló mexicano, lo utilizamos para designar a una persona en la que no se confía. Ser ojo -agrega- es ser ojete. En el mismo glosario define ojete como una persona que no condesciende. La definición de don Jesús no me convence; para mí es más precisa la descripción que da del también adjetivo ojéis, del cual dice que es una corrupción -hasta en el lenguaje tenemos corrupción- de ojete y que el calificativo se atribuye a personas despreciables.
En otro orden de corrupciones, hace dos semanas sucedió el terrible e injustificable accidente en el Paso Exprés de Cuernavaca, donde el suelo se abrió, un auto cayó en el socavón y en él perdieron la vida dos personas -padre e hijo-. Murieron por asfixia, luego de dos horas de lucha y sufrimiento tratando de no ser cubiertas por el lodo. Imagíneselo usted.
Tal vez los lectores -el plural incluye ambos géneros y todos los gustos y tendencias sexuales- recuerden que en mi columna del martes siguiente al accidente titulada: “México en un socavón”, relaté que mi amigo Andrés me dijo que el socavón lo iba a tapar el gordito exgobernador de Veracruz que el día anterior había llegado a México extraditado de Guatemala. Ingenuo yo, expresé que si bien el presunto delincuente es corpulento, no tiene tamaños para tapar una oquedad tan grande y profunda. Mi amigo me aclaró: “Lo va a tapar porque mañana todos van a estar hablando del pinche gordito y se van a olvidar del socavón y los muertos”.
Y así fue, durante toda esa semana los medios de comunicación se ocuparon primordialmente del hipotético defraudador del erario, mismo que basado en el nuevo sistema penal acusatorio pidió que se reservaran sus datos personales y sólo se le identificara como Javier “N”. Así lo hicimos algunos.
A la semana siguiente el caso de Javier “N” de Ochoa pasó a segundo plano ya que surgió un nuevo acontecimiento producto de la Fábrica de Eventos Nacionales, creadora y elaboradora de toda clase de sucesos, acontecimientos e imprevistos, que surgen en fila india y de uno en uno para que el siguiente desvanezca al actual así como el actual desvaneció al anterior y así hasta el olvido.
Al escándalo del gordo “N” le bajó una buena cantidad de grados de atención popular, el operativo realizado por la Secretaría de Marina y la Policía Federal en la Delegación Tláhuac de la CDMX, que tuvo un saldo de ocho muertos, entre ellos Felipe de Jesús Pérez Luna, alias el Ojos, identificado como el jefe de una organización delictiva amplia y violenta que abarca varias delegaciones. Este caso trae una cauda política en la que, sepresume, está involucrado el delegado de Tláhuac, el morenista Rigoberto Salgado, al que la Diputación Permanente de la Asamblea Legislativa acordó solicitarle su separación del cargo hasta que se esclarezca su vinculación con el Ojos. (Inclusive hay quien dice que el plural del órgano de la vista es para calificar con el adjetivo en singular a Felipe de Jesús y a Rigoberto).
El redactor de lo que usted lee -si no lo lee usted se lo pierde- no quiere que lo sucedido en el Libramiento de Cuernavaca caiga en el socavón del olvido (échense este tropo a la uña); quisiera saber lo que ha sucedido con el señor secretario de Comunicaciones y Transportes después de hacernos saber que la indemnización a los familiares de los dos hombres que perdieron la vida en el profundo hoyo era por “el mal rato que pasaron” y, posteriormente, declarar que únicamente dejaría su cargo si el presidente se lo pide, es decir si lo corre -cosa que no va a suceder porque Peña Nieto sólo corre en la carrera anual de Molino del Rey-. Después de expresar lo anterior, el señor Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes, no ha dicho esta boca es mía -ni estos cinco departamentos comprados entre el 2013 y 2015-.
Sin embargo, hay que reconocer que la dependencia a su cargo el día de ayer emitió un comunicado en el que anunció el reforzamiento del tramo carretero con pilares en lugar de rellenar con tierra. La obra se realizará en dos etapas, la primera en sentido Acapulco-México y la segunda en el México-Acapulco, en un periodo aproximado de 10 semanas (“aproximado” quiere decir con un margen, mínimo, de otras 10 de atraso por pretextos múltiples). La SCT manifestó que durante el tiempo que dure la obra se mantendrán abiertos cinco carriles a la circulación, lo que permitirá el flujo vehicular. (Eso hay que verlo).
La obra será realizada por las empresas Aldesa y Epccor, es decir, las mismas que hicieron la obra que falló, ahora con la obligación de que todo quede bien sin cobrar un solo peso. Habrá que estar al pendiente de lo que suceda porque de otra manera los constructores, los principales funcionarios de SCT y, desde luego, don Gerardo Ruiz Esparza serán calificados de ojos, ojetes u ojéis.