Vivir con Morena
Todo indica que ya sea desde la Presidencia o desde el Congreso, el partido de AMLO será un nuevo protagonista en la vida pública Los empresarios deberán observar cómo se desarrollan las campañas, y construir estrategias que les permitan incidir en la ag
Si la IP no entiende que la política importa y que viene un escenario inédito, simplemente sufrirán las campañas y al nuevo gobierno.
Si le creemos a las encuestas -y yo todavía pertenezco al club que las toma como referencia-, Andrés Manuel López Obrador y Morena serán la primera o la segunda fuerza política en el país a partir del próximo 1 de junio. No hay estudio que diga lo contrario y todo indica que ya sea desde la Presidencia de la República o desde el Congreso de la Unión, el partido de AMLO será un nuevo protagonista en la vida pública con las implicaciones que eso tendrá, entre otras, para el sector empresarial que se encontrará ante un nuevo tablero.
Por ejemplo, el cambio puede ser cuestión de vida o muerte para empresas vinculadas directamente con el actual gobierno. Es el caso de constructoras que se hicieron con grandes contratos en los últimos años y que sin duda serán objeto de una mayor vigilancia, pues se les ve como parte del grupo en el poder. El caso de OHL y la denuncia de Ahora de Emilio Álvarez Icaza, que ha señalado los vínculos entre la empresa española y el financiamiento al PRI, es un ejemplo concreto.
A eso se suman aquellos actores cuyo futuro está ligado a las reformas aprobadas en este sexenio y que pueden ver un cambio en las reglas en función del resultado electoral. En este rubro caben desde las empresas de energía que entraron a partir de la apertura del mercado hasta los que han apostado en proyectos como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y que ven con preocupación el futuro de sus inversiones.
En un tercer grupo habría que apuntar a todas aquellas empresas que de manera inevitable serán parte del debate electoral. De forma destacada se encuentran los medios de comunicación —ya señalados en estas semanas— así como los corporativos o líderes que ya han mostrado simpatías o antipatías abiertas por los aspirantes.
Ante estos escenarios es evidente que el sector privado no podrá permanecer al margen de la lucha por el poder. Por conviccióno por necesidad los y las empresarias deberán abrir sus ojos y oídos para ver cómo se desarrollan las campañas, y construir estrategias que les permitan incidir en la agenda sin violar la ley, sin ir contra la democracia.
El tema para muchos actores de la IP es ajeno e incluso les produce incomodidad. Otros asumen que su influencia se limita a aportar dinero a uno o varios partidos para cubrir todas sus bases. Sin embargo, es evidente que ante el tamaño del cambio que viene, las empresas tendrán que hacer mucho más que eso.
Esto implica que tendrán que aprender, y rápido, a leer el momento político que viva el país; que deberán revisar sus prejuicios sobre lo que creen que es y representa cada fuerza política, en especial Morena; que deberán crear o fortalecer su capacidad de interlocución con todos los actores —y no sólo con los mismos de siempre—, y sobre todo, que tendrán que desarrollar estrategias de comunicación efectivas que les permitan colocar sus temas en la agenda pública, de tal manera que puedan incidir en las políticas y leyes que se apliquen en el siguiente sexenio.
De lo contrario, si la IP no entiende que la política importa y que viene un escenario inédito, simplemente sufrirán las campañas y al nuevo gobierno —cualquiera que sea— como aquel que ve que su destino depende del resultado de un juego al que sólo puede observar con impotencia desde la tribuna.