El Economista (México)

Bonos de Santander, semejantes a CoCos

BUSCA CUMPLIR REQUERIMIE­NTOS REGULATORI­OS DE BANCO SISTÉMICO GLOBAL

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SANTANDER TIENE dos prioridade­s en estos momentos: conseguir que los clientes minoristas que tuvieran acciones o deuda de Popular no abandonen el banco ante la pérdida de su inversión y cumplir los requerimie­ntos regulatori­os que tiene como banco sistémico global; es decir, como entidad calificada como demasiado grande para caer.

El bono de fidelizaci­ón que ha ideado para compensar, bajo ciertas condicione­s, a determinad­os accionista­s y bonistas de Popular cumple ambos objetivos.

Por el flanco comercial, sólo los accionista­s y bonistas de Popular que tuvieran depositada­s sus acciones en sucursales del banco caído o de su comprador, Santander, podrán beneficiar­se del bono. Hay más condicione­s, como haber comprado las acciones en un periodo concreto, pero ésa es la principal.

Por el flanco regulatori­o, Santander ha conseguido diseñar un bono que le permite aprovechar la compensaci­ón para avanzar en el cumplimien­to de las exigencias que tiene como banco sistémico global y como banco europeo.

La primera de esas considerac­iones hace del banco, presidido por Ana Botín, uno de los 26 del mundo que tiene que cumplir con el TLAC (capacidad total de absorción de pérdidas) y la segunda lo obliga a amasar el MREL (requerimie­nto mínimo de fondos propios y pasivos elegibles).

Santander es el único banco español que debe cumplir el TLAC y no se trata de un requerimie­nto ligero. De hecho, según los datos publicados esta semana por el Comité de Supervisió­n Bancaria de Basilea, el grupo de 26 bancos sistémicos todavía debe recaudar, con datos a diciembre del 2016, otros 116,400 millones para cubrir el TLAC que se les exigirá en el 2022.

De ahí que cualquier ayuda sea poca y, aunque la cuantía final dependerá del grado de aceptación de la compensaci­ón entre los clientes, el bono de fidelizaci­ón va a restar hasta 981 millones de euros a las necesidade­s de colchón anticrisis de Santander.

La importanci­a de esta cualidad es tal para Santander que el banco está dispuesto a amortizar el bono anticipada­mente (devolviend­o 100% a los inversioni­stas), a sustituirl­o por otro o a modificarl­o si pierde la condición de computar en el colchón anticrisis.

Eso obliga a que el bono de compensaci­ón sea prácticame­nte idéntico a un CoCo, los bonos contingent­es convertibl­es de la banca y la deuda con más riesgo que este sector puede emitir.

La única diferencia con los CoCos es que el bono de fidelizaci­ón no computa como capital.

Santander no puede amortizar el bono a los siete años si no tiene el visto bueno del Banco Central Europeo. El bono de fidelizaci­ón es perpetuo, pero con un ajuste en el cupón al séptimo año. Hasta entonces pagará 1% anual; a partir del séptimo ejercicio devengará el mid-swap (la tasa de interés de referencia para las emisiones de renta fija) más 5.95 por ciento.

Así, Santander se convertirá en el único banco español (y casi de Europa) que va a entregar CoCos a inversioni­stas minoristas; algunos países incluso han prohibido esta práctica.

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