El Economista (México)

Bojack Horseman, la antifábula más divertida

APOSTANDO POR EL CABALLO EQUIVOCADO

- Fausto Ponce @faustoponc­e

LA CUARTA temporada de la serie BoJack Horseman se estrenó este fin de semana por Netflix. Sus 12 capítulos son menos oscuros que la temporada anterior, aunque no por eso menos melancólic­os y deprimente­s, pero vale la pena mencionar que recuperan la ligereza y comicidad de la primera temporada.

BoJack Horseman, para quienes no sepan, es una historia que gira entorno a un caballo actor en decadencia. Sus años de éxito han pasado, pero él intenta mantenerse en el reflector, sin mucho éxito, a pesar de llevar una vida de excesos (drogas y sexo casual), que lo mantiene en una senda de autodestru­cción. La trama se desarrolla en un Hollywood ficticio, dondeanima­les y humanos conviven de manera regular, de tú a tú, por decirlo de algún modo.

La cuarta temporada comienza sin el protagonis­ta (Will Arnet). Nadie sabe dónde está el caballo actor y la única que parece extrañarlo es Diane (Allison Brie), quien recién comenzó a trabajar en un blog. Después nos enteramos de que está reviviendo algunos recuerdos de su pasado, relacionad­os con una vieja propiedad familiar.

Por otro lado, el maravillos­o golden retriever, Mr. Peanutbutt­er, (Paul F. Tompkins) está haciendo campaña para contender por la gubernatur­a del estado; como siempre, confía demasiado en su carisma y poco en su cerebro. Sin embargo, como es habitual, parece caer de pie. Todd continúa inmerso en sus propios asuntos que, al final, terminan con un desenlace asombroso. Mientras la gata persa, Princess Carolyn (Amy Sedaris), está pensando en irse a vivir con su novio ratón; la sola mención de Bojack la hace vomitar.

BoJack es una antifábula, especialme­nte en esta temporada. Si bien la mayoría de las situacione­s es completame­nte descabella­da e hilarante, en el fondo entrega un mensaje que nos indica lo que no debemos hacer con nuestras vidas. El humor negro y ácido de la serie, más la sátira del mundo del espectácul­o y los medios, evitan que se vuelva un panfleto moral: los personajes actúan así a pesar de ellos mismos, sus buenas intencione­s y carencias terminan traicionán­dolos.

Conforme pasan los capítulos el trasfondo de la serie se vuelve más taciturno y hasta depresivo… Detrás de toda esa locura, banalidad y de la enferma necesidad de éxito de los personajes, vemos a seres humanos con heridas profundas que día a día intentan ser mejores personas. En ese sentido, la serie termina siendo una especie de tragedia moderna, con el plus de que por momentos, pareciera que detrás de todo ese dolor existe una especie de placer culpable.

Otro acierto de esta producción es su capacidad para realizar un buen retrato del mundo posmoderno. Que semejante a un zoológico en donde las personas se encuentran alienadas, sólo son capaces de verse a sí mismos, no tanto por el uso de Internet, ni las aspiracion­es de éxito que hay en

La serie animada

regresa a la plataforma de Netflix, con 12 capítulos llenos de humor negro.

su Hollywood ficticio (donde los humanos conviven con todas las especies animales), sino por una caracterís­tica esencial que afecta a todos: el egoísmo.

A todos les cuesta ver más allá de sus narices y las cosas se complican cuando tienen que enfrentars­e a las particular­idades que cada especie presenta. La comunicaci­ónse complica y ese mundo moderno, que presenta múltiples posibilida­des. Con todo lo anterior, BoJack Horseman se las arregla para hacernos reír, sembrar algunas reflexione­s y distraerno­s un poco de los problemas cotidianos, al tiempo que mantiene viva la promesa de que todos podemos estar mejor.

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Foto: netflix La serie BoJack Horseman estrenó su cuarta temporada.

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