Lagunas legales en torno a la medicina tradicional
La medicina herbolaria y tradicional se practica en casi todo el mundo y aunque tiene un rol importante en las comunidades, con frecuencia es subestimada en las políticas de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce en su estrategia 2014-2023 sobre el tema y admite que va en aumento y representa un segmento sustancial y cada vez más fuerte dentro de la medicina.
China es el caso más representativo: según datos del 2012, la medicina tradicional en China representó un mercado por 83,100 millones de dólares que en cinco años pudo haberse duplicado, pues crece a ritmo de doble digito. En el mismo Estados Unidos se estimó que en el 2008, los usuarios pagaron 14,800 millones para adquirir productos naturistas.
En México la medicina herbolaria y tradicional está reconocida en el Artículo 2 bis de la Constitución donde se habla de los pueblos indígenas y en la Ley General de Salud artículo 6 fracción VI bis.
El problema es que hace unos años se eliminó todo lo que se refería a remedio herbolario dentro del Reglamento de Insumos para la Salud; fuimos el único país que aplicó a rajatabla el criterio de tratar a los remedios herbolarios como medicamentos.
La autoridad puso la vara tan alta que los productores herbolarios mexicanos han optado por darle la vuelta a esa regulación y venden sus productos como suplementos alimenticios generando opacidad, una mala práctica y un riesgo mayor. Tendrían que invertir 25 millones de pesos en sus plantas, cuando la gran mayoría son microempresarios que llegan a vender 200,000 o máximo un millón de pesos anuales.
Lo paradójico es que hay productores herbolarios que no pueden vender sus productos como tales aquí en México, pero sí los logran exportar como remedios naturistas hacia otros países.
La Cofepris, buscando cumplir su rol de garante de la seguridad y eficacia de todo producto terapéutico, intentó desaparecer 28 hierbas medicinales, pero ya está en vías de levantarles la prohibición. La autoridad sanitaria encabezada por Julio Sánchez y Tépoz hoy tiene claro que mucha gente sigue confiando en esa medicina y recurriendo a ella. No sólo porque la tienen a la mano entre curanderos y médicos tradicionales y alternativos sino porque es mucho más accesible que un medicamento alopático convencional.
El regulador sanitario trabaja con la Federación Nacional de la Industria de Herbolaria y Medicina Alternativa, Tradicional y Naturista (FNIHMATN) para definir con claridad reglas de operación de productos herbolarios, buscando una regulación más acorde con la realidad que vive la población indígena y una gran parte de las zonas rurales de muchos poblados.
En junio pasado, Cofepris acordó con la federación presidida por Emmanuel Zúñiga discutir cómo quedará lo relativo a las 28 plantas que se habían prohibido, pero cuyo enfoque terapéutico y eficacia están validados en la farmacopea mexicana; se planteó establecer con Conacyt líneas de investigación y desarrollo y se acordó conformar un grupo de trabajo interdisciplinario para evaluar cómo adecuar la NOM 248 relativa a las buenas prácticas de fabricación de remedios herbolarios.
También está en proceso de organizarse un foro de regulación sanitaria sobre herbolaria con especialistas. En particular, a la Federación le interesa lo del etiquetado de los tratamientos y productos elaborados con plantas tradicionales, de tal manera que puedan cumplir adecuadamente con los requisitos de la NOM y así los errores en el etiquetado dejen de motivar decomisos de productos herbolarios elaborados con buenas prácticas de manufactura.
Los herbolarios se muestran dispuestos a profesionalizarse y hacer todo lo posible para ser considerados con su aportación a la salud. Aparte, la Federación está en vías de convertirse en la Cámara Nacional de la Industria Herbolaria dentro de Concamin.