¿Anaya o Meade?
¿Con qué candidato tendríamos mayores posibilidades de dialogar en caso de ganar la Presidencia?
Es hora de hacernos una pregunta clave. ¿Con qué candidato tendríamos mayores posibilidades de dialogar en caso de ganar la Presidencia? En el torbellino de emociones y pasiones, se nos olvida que el país lo hacemos y construimos todos. No es asunto de un solo hombre, un solo partido o una sola coalición.
Además de ver quién tiene mayor claridad de ideas, visión estratégica y capacidad de ejecución y negociación, debería de importarnos quién de los candidatos tiene mayor apertura al diálogo. México necesita diálogos, no monólogos.
Dada la complejidad del momento y de los retos que enfrentamos, una de las mayores cualidades de quien gobierne México tiene que ser la capacidad de escuchar. La escucha profunda es la única manera de entender lo que realmente está sucediendo, el único camino para sentir, conciliar, negociar y construir.
Resulta alarmante y muy preocupante que López Obrador no sepa escuchar ni esté dispuesto a debatir. Basta ver su actitud en el segundo debate para entender que su soberbia es tan grande, que cree que el debate era solamente para atacarlo.
Aún no entraban en el terreno de las propuestas cuando insistía en que él ganará y desde esa postura de ego se negó a responder muchas de las preguntas tanto de los moderadores como los cuestionamientos legítimos de los demás candidatos.
Como disco rayado, lejos de poner sobre la mesa propuestas sensatas, viables y creíbles, se limitó a repetir lo mismo de siempre, que la culpa de todo la tiene la mafia del poder
y que su honestidad es suficiente para acabar con la corrupción y con todos los problemas de México (cree que gracias a su “honestidad” Trump nos va a respetar). No entiende que no entiende.
Alguien que sigue obsesionado con el poder, que cada día se encierra más en sí mismo, incapaz de escuchar y decir algo distinto, no merece gobernar un país tan complejo que necesita diálogos para construir consensos y una realidad más incluyente y próspera.
Toca ver si es Ricardo Anaya o José Antonio Meade quien no sólo escuche más desde ahora sino que garantice que, en caso de ganar, realmente abrirá canales de comunicación con todos los actores de la sociedad civil para que juntos podamos definir y ejecutar la agenda que urge a México.
Quien demuestre genuinamente esta capacidad, apertura y disposición podría consolidarse en segundo lugar y muy probablemente rebasar a quien ya tuvo su oportunidad y, lejos de abrirse, se ha cerrado no sólo a ideas del pasado sino a creer que sólo él es capaz de lograr lo que nos toca a todos.