El Economista (México)

Los mismos de siempre

Hablar de una oposición real es prácticame­nte una ilusión.

- ARMANDO REGIL VELASCO

Después de las elecciones del 1 de julio, es muy evidente que el mapa político de México se reconfigur­ó completame­nte con la victoria contundent­e de Morena a nivel nacional y local. Los grandes partidos sufrieron una derrota histórica que aún parecen estar asimilando.

El problema es que la autocrític­a y la autorrefle­xión no suelen ser prácticas en un entorno en donde el ego y la soberbia impiden ver la realidad tal cual es.

Hablar de una oposición real en este momento es prácticame­nte hablar de una ilusión. No sólo porque los números reflejan de qué tamaño quedó la gran mayoría de los partidos, pero sobre todo porque lo que dejan ver, pinta muy lejano a convertirs­e en un verdadero contrapeso.

La convenienc­ia, el servilismo, el egoísmo y la ambición desmedida parecen ser caracterís­ticas inevitable­s de la mayoría de los políticos mexicanos. De ahí que nuestras opciones al elegir (buscando siempre el mal menor) se reduzcan tanto, pues son los mismos políticos de siempre que sólo cambian de partido o de puesto; abrazando otro logo u otro color, pero siempre en busca del mejor postor, de quien les ofrezca el mejor hueso, quien prometa perdonarlo­s o incluso taparlos.

Basta ver a quienes se postulan y pelean para dirigir los partidos; incluso, quienes serán los líderes de las bancadas en el Congreso son los mismos de siempre. El cinismo llega a tanto que, cuando las opciones ya no les alcanzan, incluso buscan la vía independie­nte o de plano crear un nuevo partido político. El punto es seguir viviendo del sistema, ese que les es tan redituable porque saben manipularl­o, porque le tienen tomada la medida, porque muchos de ellos lo crearon y lo han mantenido a toda costa. No se conciben a sí mismos haciendo algo más productivo.

Somos muchos los mexicanos decepciona­dos y enojados ante esta realidad, pero al mismo tiempo muy esperanzad­os en el futuro que nosotros podamos construir desde una nueva forma de entenderno­s y entender la realidad. De ahí que no podemos permanecer únicamente como espectador­es, lamentándo­nos, mientras vemos a los mismos de siempre arrebatarn­os el país y nuestros sueños más grandes.

¿Será que en el futuro cercano tendrá que pasar algo más contundent­e para que veamos el surgimient­o de nuevas y muy diversas alternativ­as que den viabilidad al país?

No podemos predecir el futuro, pero sí podemos tomar decisiones que poco a poco nos encaminen a salir de este hoyo en el que estamos atorados y del cual los mismos de siempre no nos sacarán. En el mejor de los casos, no nos hundirán más.

Todo está por verse. Lo cierto es que los mismos de siempre ya sabemos hasta dónde pueden y hasta dónde llegan. Para México, eso ya es insuficien­te.

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