Los mismos de siempre
Hablar de una oposición real es prácticamente una ilusión.
Después de las elecciones del 1 de julio, es muy evidente que el mapa político de México se reconfiguró completamente con la victoria contundente de Morena a nivel nacional y local. Los grandes partidos sufrieron una derrota histórica que aún parecen estar asimilando.
El problema es que la autocrítica y la autorreflexión no suelen ser prácticas en un entorno en donde el ego y la soberbia impiden ver la realidad tal cual es.
Hablar de una oposición real en este momento es prácticamente hablar de una ilusión. No sólo porque los números reflejan de qué tamaño quedó la gran mayoría de los partidos, pero sobre todo porque lo que dejan ver, pinta muy lejano a convertirse en un verdadero contrapeso.
La conveniencia, el servilismo, el egoísmo y la ambición desmedida parecen ser características inevitables de la mayoría de los políticos mexicanos. De ahí que nuestras opciones al elegir (buscando siempre el mal menor) se reduzcan tanto, pues son los mismos políticos de siempre que sólo cambian de partido o de puesto; abrazando otro logo u otro color, pero siempre en busca del mejor postor, de quien les ofrezca el mejor hueso, quien prometa perdonarlos o incluso taparlos.
Basta ver a quienes se postulan y pelean para dirigir los partidos; incluso, quienes serán los líderes de las bancadas en el Congreso son los mismos de siempre. El cinismo llega a tanto que, cuando las opciones ya no les alcanzan, incluso buscan la vía independiente o de plano crear un nuevo partido político. El punto es seguir viviendo del sistema, ese que les es tan redituable porque saben manipularlo, porque le tienen tomada la medida, porque muchos de ellos lo crearon y lo han mantenido a toda costa. No se conciben a sí mismos haciendo algo más productivo.
Somos muchos los mexicanos decepcionados y enojados ante esta realidad, pero al mismo tiempo muy esperanzados en el futuro que nosotros podamos construir desde una nueva forma de entendernos y entender la realidad. De ahí que no podemos permanecer únicamente como espectadores, lamentándonos, mientras vemos a los mismos de siempre arrebatarnos el país y nuestros sueños más grandes.
¿Será que en el futuro cercano tendrá que pasar algo más contundente para que veamos el surgimiento de nuevas y muy diversas alternativas que den viabilidad al país?
No podemos predecir el futuro, pero sí podemos tomar decisiones que poco a poco nos encaminen a salir de este hoyo en el que estamos atorados y del cual los mismos de siempre no nos sacarán. En el mejor de los casos, no nos hundirán más.
Todo está por verse. Lo cierto es que los mismos de siempre ya sabemos hasta dónde pueden y hasta dónde llegan. Para México, eso ya es insuficiente.