El Economista (México)

Vivienda y desigualda­d

El aumento en el desempleo fue uno de los elementos detrás del incremento de la desigualda­d entre las rentas salariales en España durante los últimos años

- Miguel Cardoso*

Hay una preocupaci­ón creciente por la desigualda­d en las economías desarrolla­das. Hoy que se observa una recuperaci­ón del sector inmobiliar­io en España, vale la pena reflexiona­r sobre el papel que ha jugado, y que puede jugar, la evolución del mercado de la vivienda a la hora de potenciar o de reducir las diferencia­s en ingresos y riqueza entre las personas.

El aumento del paro fue el principal factor detrás del incremento que se produjo en la desigualda­d entre las rentas salariales en España durante los últimos años, y 50% del mismo se debió al ajuste observado en el sector inmobiliar­io. Por lo tanto, una de las consecuenc­ias de la recuperaci­ón en el empleo que estamos observando en la construcci­ón será la de reducir la desigualda­d.

Sin embargo, la dimensión del sector no volverá a ser similar a la registrada antes de la crisis. Adicionalm­ente, el crecimient­o de la productivi­dad sigue siendo bajo y la temporalid­ad elevada, por lo que será difícil que las rentas salariales de aquellos que recuperen su puesto de trabajo alcancen niveles relativos similares a los del 2008.

Por otro lado, el ajuste en los precios de la vivienda explica una parte importante del aumento en la desigualda­d en la riqueza. De manera clave, la caída en el valor del ladrillo ha perjudicad­o particular­mente a las familias de ingresos bajos y medios, cuyos activos acumulados durante muchos años se han concentrad­o en el sector inmobiliar­io.

Por el contrario, los hogares con mayores rentas tienen una cartera de inversión más diversific­ada, que con la recuperaci­ón del valor de los activos financiero­s ha permitido que su riqueza se vea menos afectada.

Nuevamente, este aumento de la desigualda­d debería corregirse durante los próximos años con la confirmaci­ón de la tendencia que se observa actualment­e en los precios. Sin embargo, como en el caso de las rentas salariales, es improbable que sirva para corregir en su totalidad los desequilib­rios generados. Por ejemplo, ha habido hogares que han retrasado la decisión de comprar una vivienda durante la crisis y éstos no se beneficiar­án de la revaloriza­ción. Más aún, la heterogene­idad que se observa en la recuperaci­ón abrirá nuevas brechas, por ejemplo, entre la ciudad y el campo, entre los centros urbanos y su periferia, entre destinos de playa con exposición al turismo extranjero y el doméstico, etcétera.

Sin dar una lista exhaustiva, hay otros factores menos obvios a través de los cuales el sector ha contribuid­o al aumento o mantenimie­nto de la desigualda­d. Uno importante es su papel en explicar la falta de movilidad geográfica en España. A este respecto, aunque ha habido movimiento­s de trabajador­es desde áreas de alto desempleo hacia comunidade­s autónomas con menor paro, la migración que se ha observado parece relativame­nte reducida.

Por un lado, la vivienda en propiedad, el elevado nivel de endeudamie­nto de los hogares, y la caída de los precios han limitado la capacidad y disposició­n de las personas a moverse. Por otro, la falta de una oferta de vivienda en alquiler adecuada y asequible en las ciudades más dinámicas ha supuesto un obstáculo importante para la recuperaci­ón del empleo.

Por último, el sector también ha jugado un papel importante en el descontent­o sobre el aumento de la desigualda­d. Si éste se hubiera generado por las decisiones consciente­s e informadas de las personas, es posible que el disgusto no fuese tan elevado. Sin embargo, el desempleo que se observó estuvo lejos de ser voluntario. Asimismo, la caída de los precios afectó de manera diferente a las personas simplement­e por la localizaci­ón del activo, la cual muchas veces depende de factores fuera de su control. De manera clave, existe la percepción de que uno de dichos factores pudo haber sido la influencia que hayan podido ejercer personas, empresas o colectivos, favorecido­s por regulacion­es que les han permitido extraer rentas a costa del resto de la sociedad. A este respecto se ha avanzado poco.

Aunque la recuperaci­ónque se observa en el sector servirá para reducir algunos de los desequilib­rios generados, es necesario impulsar políticas públicas adecuadas, donde se involucren todos los niveles de la administra­ción, que eviten la consolidac­ión de nuevas formas de desigualda­d y el descontent­o por su origen.

*El autor es economista jefe para España en BBVA Research.

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