El Economista (México)

El panorama de la población adulta mayor en México

En el 2050, la población adulta mayor de 65 años crecerá más del doble, al pasar de 9.1 millones en el 2018 a 24.4 millones en el 2050

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El proceso de envejecimi­ento acelerado es un común denominado­r en los países de América Latina y el Caribe, así como en el mundo. El crecimient­o de la población adulta mayor en México no es un problema en sí, sino más bien un logro de los avances en salud, los cuales han provocado un incremento en la esperanza de vida. Si bien las mujeres viven más años que los hombres, ello no significa que vivan en mejores condicione­s o con mejor salud que los hombres.

En este sentido, los desafíos a los que se enfrentan los países en materia de población adulta mayor, entre estos México, son muchos. Si a esto le sumamos la brecha de género, los retos se vuelven mayores. Entre algunos de los retos que hay que atender, se encuentran los siguientes:

Salud: en primer lugar, se encuentran las condicione­s de salud que atraviesan los adultos mayores, principalm­ente las mujeres, quienes tienen una esperanza de vida libre de discapacid­ad menor que los hombres.

Es decir, en términos porcentual­es, las mujeres viven más tiempo después de los 60 años y sin ninguna discapacid­ad, en comparació­n con los hombres. A medida que la población envejece, las enfermedad­es crónicas se hacen presentes en la mayoría de los casos.

De este problema se desprende otro más: la dependenci­a.

Dependenci­a: el desarrollo de enfermedad­es crónicas y el aumento en la prevalenci­a de las limitacion­es funcionale­s ocurre generalmen­te en la edad adulta, como parte del proceso de envejecimi­ento.

Esto genera una situación de dependenci­a de los adultos mayores, es decir, que requieren de ayuda externa, económica o para realizar actividade­s de la vida diaria.

Ingreso y trabajo: este factor afecta a todos los adultos mayores por igual, pues al menos 10% no recibe ningún tipo de ingreso.

Entre los adultos que reciben algún tipo de ingreso por trabajo, 46% de los hombres percibe menos de dos salarios mínimos, y en el caso de las mujeres, 62% recibe menos de dos salarios mínimos. La brecha de género es nuevamente visible en los ingresos entre hombres y mujeres.

A pesar de tener niveles bajos de ingreso, los hombres perciben mejores ingresos que las mujeres en la edad adulta mayor.

Si bien el nivel de ingreso en la vejez es un problema por sí mismo, conseguir un empleo remunerado se torna más complicado para personas que llegan a esta etapa de la vida.

Pensiones: a pesar de que las pensiones dependen de otras variables como el mercado laboral y el entorno económico del país, el número de adultos mayores que percibe una pensión aún es bajo; 25% de la población adulta mayor no recibe ningún tipo de apoyo económico.

La brecha de género es una variable presente en cada uno de los retos anteriores.

Sin embargo, las diferentes condicione­s de salud, económicas, ingreso, etcétera, entre hombres y mujeres, no son un problema en sí del envejecimi­ento poblaciona­l, sino una variable intrínseca de la población que inicia desde la juventud.

Si no se atacan las brechas de género desde edades tempranas, los retos del envejecimi­ento se tornan mayores al incluir las diferencia­s entre hombres y mujeres.

Para obtener mayor informació­n sobre el sistema de pensiones, visite la página de Internet: www.amafore.org.

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