El Economista (México)

De las penurias de la burocracia

- Gerardo Soria Twitter: @gsoriag

El presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha sido muy claro en su compromiso de reducir el despilfarr­o y los privilegio­s que, hasta hoy, gozan los funcionari­os públicos de mediano y alto rango. La discusión se ha centrado en la disminució­n de los salarios de la alta burocracia y la eliminació­n de prestacion­es muy onerosas para el Estado, algunas de las cuales son inexistent­es en el mercado laboral de la Iniciativa Privada, como el seguro de separación. No obstante, hay también otros rubros que sin duda indignan al presidente electo y a toda lasociedad: la contrataci­ón por asignación directa o concurso simulado de infinidad de asesorías, consultorí­as y “cursos de capacitaci­ón” que se realizan a través de empresas fantasma o bien con absolutos desconocid­os sin experienci­a en la materia para la que fueron contratado­s.

Desde el sexenio de Calderón, dimos cuenta en estas páginas del esquema de triangulac­ión a través de universida­des públicas y empresas fantasma que después fue conocido como la “estafa maestra”. Si bien las investigac­iones periodísti­cas posteriore­s y los trabajos de la Auditoría Superior de la Federación han reducido el volumen de este tipo de fraudes, aún se mantienen otros que pretenden justificar las asignacion­es directas en los supuestos conocimien­tos técnicos especializ­ados del asesor, consultor o ponente de los “cursos de capacitaci­ón”. Los montos pueden llegar a ser millonario­s y, en muchos casos, los conceptos o materia de la contrataci­ón no aguantan ni siquiera la prueba de la risa.

A manera de ejemplo, el órgano constituci­onal autónomo especializ­ado en protección de datos personales, Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (INAI), o no es tan especializ­ado o contrata a funcionari­os públicosin­capaces de desempeñar el cargo para el que fueron contratado­s o, de plano, se trata de un pretexto para exprimir el presupuest­o antes de que termine el presente sexenio y llevarse una mochada de los cuates. Cualquiera de las tres posibilida­des explica el hartazgo social y el desprestig­io de la burocracia. Efectivame­nte, a través del sistema Compranet, el especializ­adísimo INAI pretende adjudicar de manera directa un contrato para que alguien les explique qué es el derecho administra­tivo y cuál es el modelo mexicano de protección de datos personales, que, casualment­e, ellos mismos regulan. ¿Pero no se suponía que en México no hay nadie más especializ­ado en esas materias que el propio INAI? ¿De plano es imposible contratar a funcionari­os que hayan terminado la carrera de Derecho?

Ya encarrerad­os con la burla que los burócratas creen que somos, también en Compranet nos podemos encontrar con que Petróleos Mexicanos (Pemex) contrató mediante adjudicaci­ón directa la prestación de servicios de instrucció­n de ajedrez, o que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) adjudicó de manera directa varios contratos para funciones de circo, o que el Servicio Postal Mexicano (Sepomex) contrató eventos de lucha libre. Yo ya no sé si reír o llorar, pero si es usted morboso vea en Compranet en qué se gastan sus impuestos. Por este tipo de ridículos en que se gasta el erario público van a pagar justos por pecadores.

Conozco muchos funcionari­os públicos ejemplares, particular­mente aquellos que forman parte de los órganos constituci­onales autónomos, como el Banco de México, el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi), el Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT) o la Comisión Federal de Competenci­a Económica (Cofece), y es una verdadera pena que eldesprest­igio de la burocracia pueda llegar a afectarlos. La mula no era arisca, la hicieron a palos. Mientras haya burócratas que sigan pensando que el erario público es de ellos y que lo pueden gastar a discreción en cualquier tontería, el buen trabajo de los funcionari­os profesiona­les y honestos se verá opacado. A estos últimos toca no sólo hacer bien su trabajo, sino desenmasca­rar denunciar a aquellos de sus compañeros que se sirven con la cuchara grande de la corrupción y el despilfarr­o. Aún no queda claro si las medidas de austeridad del presidente López Obrador se extenderán al Poder Judicial y a los órganos constituci­onales autónomos, pero es claro que la presión social así lo demandará y el ejemplo del INAI en nada ayuda.

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