El Economista (México)

Hablemos de burkas

En Dinamarca, las mujeres no pueden cubrirse la cara en la calle

- Luisa Cantú Ríos

Prohibir el burka o nicab no va a evitar ataques terrorista­s en Europa, tampoco es un acto feminista ni un posicionam­iento simbólico en favor de la libertad. A principio de mes, Dinamarca se sumó a los países que penalizan a las mujeres por usar estas prendas para cubrir su cuerpo; Alemania hizo lo propio en mayo; antes, Austria, Bulgaria y Holanda, y años atrás Francia y Bélgica.

Las razones argumentad­as son dos: seguridad nacional, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos respaldó la medida porque los gobiernos tienen “derecho a identifica­r a los individuos para prevenir atentados”, y fijar una postura como países libres ante medidas represivas para la mujer.

Vamos por partes: el terrorismo es un viejo problema en Europa y la vestimenta nada tiene que ver con él. Según Global Terrorism Database de la Universida­d de Maryland, Europa Occidental se encuentra en uno de los puntos más bajos de los últimos 50 años en cuanto a frecuencia de ataques terrorista­s. La cúspide fueron las décadas de 1970 y 1980 por el separatism­o en Irlanda y España, entonces había al menos 100 ataques cada año, algo que no se ha vuelto a ver desde principios de los 90.

En la actualidad, los más afectados han sido Francia e Inglaterra, y los autores de los ataques tienen otras motivacion­es, ahora están relacionad­os con el extremismo islámico. Sin embargo, las mujeres han tenido poca o nula participac­ión.

Francia prohibió el uso de burkas en el 2011 y los peores ataques de los tiempos modernos han ocurrido después: París en noviembre del 2015 en donde murieron 130 personas en varios ataques y los de Niza, en julio del 2016, que cobraron 87 vidas. Francia es el país con mayor presencia musulmana del continente, seis de sus 67 millones de habitantes, y la regulación del burka, en vez de brindar seguridad, ha aumentado la islamofobi­a, según denuncia la propia comunidad.

Si las medidas no son por cuestiones de seguridad, ¿lo son contra la represión de la mujer? ¿Por qué entonces la multa no es para los hombres que obligan a sus parejas o familiares a cubrirse sino para ellas?

Si vamos a combatir la idea de que el derecho sobre el cuerpo de la mujer recae en el hombre, el pedazo de tela no es el problema, hay muchas otras que sin llevar nada puesto sufren el mismo machismo.

Además, decenas de entrevista­das aseguran que se visten así por herencia cultural y no sienten una imposición masculina, quizá sí religiosa, pero ¿entonces la medida en Dinamarca será pareja?, porque las monjas católicas van cubiertas también.

Lo que sí es una imposición­es que el gobierno dicte qué ropa está bien y cuál mal. No se puede imponer en nombre de la libertad pues la contradicc­ión es obvia. La autoridad está para garantizar que desnudas o cubiertas las mujeres estén seguras. En el 2015 cerca de 500 mujeres fueron asesinadas por su pareja en Europa, más del triple que en los atentados de París, y hay muchos países que todavía no tipifican el feminicidi­o. Ése es el debate por el que deberían comenzar los congresos del viejo continente.

En efecto, hablemos del burka: el pedazo de tela es lo de menos.

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