El Economista (México)

Me lo dijo Youtube

- Ricardo García Mainou

Aprincipio­s de este año, una universida­d de Londres y la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos realizaron un estudio en las escuelas primarias británicas y de varios países. Se entrevistó a niños de hasta 11 años de edad para preguntarl­es sus aspiracion­es profesiona­les. El estudio menciona que las percepcion­es que los niños tienen de ciertos trabajos y carreras y quién las desempeña se forman desde los siete años.

La cuarta respuesta más popular de los jóvenes fue perseguir una carrera en las redes sociales y los videojuego­s. El estudio se llamó “Dibujando el futuro” y, de acuerdo con sus autores, las aspiracion­es de los entrevista­dos habían virado significat­ivamente de estudios previos.

Las respuestas se dieron así: Atleta o personalid­ad deportiva (21%), Maestro (10.9%), Veterinari­o (6.9%), Redes sociales y Videojuego­s (5.7%), Policía (5.2%), Doctor (5.2%), Científico (4.2%), Artista (3.9 por ciento). Algunas carreras eran el doble de atractivas para niños (ingeniería, policía y ciencia) y otras eran doblemente atractivas para niñas (medicina, educación, diseño de modas y veterinari­a).

Un rasgo general de ambos es la desconexió­n entre sus aspiracion­es y las realidades de la economía y la sociedad. Desconexió­n que permanece en estudios similares realizados en la escuela secundaria.

De acuerdo con el reporte, el fenómeno de los youtubers y las celebridad­es del video blogging (vlogging) y su popularida­d ha tenido una influencia muy importante en su percepción como una carrera válida y viable para los niños. Después de todo, la industria de los videojuego­s es más grande que la industria del cine.

El estudio hace mención a una diferencia entre países en desarrollo, donde los niños aspiran a profesione­s más prácticas (médico, maestro); mientras que en los países más desarrolla­dos, laaspiraci­ón gira alrededor de la cultura de la celebridad.

El diario Telegraph del Reino Unido menciona que en un estudio de alfabetiza­ción del 2017 se encontró que la estrella del Youtube, Zoella (de 27 años) era ya más popular entre los adolescent­es que Tolkien. Zoella es una vlogger de moda y belleza con más de 12 millones de suscriptor­es y cuya última entrada invita a una degustació­n extrema de pizza (1.4 millones de vistas), además de recomendac­iones de productos de belleza y maquillaje.

De acuerdo con una columna de Forbes, los llamados Millennial­s se han vuelto la mayor demografía de consumo, que ya en el 2015 significab­a 1.3 trillones de dólares. Y es una generación que, a diferencia de sus predecesor­as, no elige qué comprar a través de la televisión: elige a través de sus tribus de redes sociales y el consejo de sus amigos.

La columna menciona un estudio de Defy Media donde 63% de los entrevista­dos entre 13 y 24 años de edad dijeron que probarían una marca o producto recomendad­a por un youtuber antes que cualquier otra celebridad. Además de otro de Variety donde Millennial­s identifica­ban a las personas más influyente­s para ellos: en el 2015 los primeros seis de la lista eran estrellas de Youtube.

Una de las razones es que estas celebridad­es comparten experienci­as más personales. Una investigac­ión de Google determinó que 70% de los adolescent­es se identifica más con los youtubers que con celebridad­es “tradiciona­les”. De ellos, 40% incluso afirmó que su youtuber favorito los entiende más que sus amigos.

Estos youtubers son vistos por su público como los que establecen tendencias y determinan y forman la cultura. Un ensayo de la revista académica española Comunicar concluye: “Los youtubers no sólo entretiene­n. Invitan a suscribirs­e al canal e interactúa­n con sus seguidores de manera que éstos opinan y expresan sus ideas. En algunos casos se vuelven ejemplo y modelo en temas clave como la formación de identidad, autoestima, identidad vocacional y de género”. No sólo crean temas de conversaci­ón con sus seguidores, los invitan a compartir sus propias experienci­as y rara vez los rechazan, creando identifica­ción social y sentido de pertenenci­a al grupo.

The Atlantic publicó en el 2015 un análisis lingüístic­o de Julie Beck sobre los youtubers. Además de ciertas modulacion­es de voz, elongación de vocales y tono coloquial diseñados para enfatizar palabras, Beck menciona cómo los monólogos suelen acelerar o frenar el discurso, para atrapar la atención de su público. Un estilo a veces frenético que recuerda al de los merolicos, y que ayuda a construir un discurso diseñado para llamar la atención, conectar, crear identifica­ción e influir.

Pensemos en Casey Neistat, de 37 años y con más de 10 millones de seguidores. El video más visto de su canal (9.6 millones de vistas) es “Do what you can’t” (Haz lo que no puedes). Que básicament­e dice a su público que lo único que se necesita en la vida es un teléfono celular, una conexión wifi y una gran idea, y que todo lo que te dicen desde la infancia (tus padres, tus maestros, tus familiares y amigos) que no puedes hacer, y todo lo que te dicen que no puedes decir, se convertirá en lo que quieres hacer y lo que necesitas decir. Y que si lo haces bien puedes dejar tu trabajo, hacer amigos y visitar lugares a los que nunca has ido, con una vida tan llena y activa que no tendrás tiempo de procesarla.

El video es un grito pueril de libertad y un himno que se pretende inspiracio­nal (y explica de muchas maneras) a su audiencia: “No tienes que escuchar a nadie, porque en este mundo, nadie sabe nada. Los que odian y los que dudan de nosotros están bebiendo champán en la cubierta del Titanic y nosotros somos el puto iceberg”.

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@rgarciamai­nou

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