Sin Estado de Derecho no habrá transformación
No existe razón válida para que un gobierno pase por encima de la ley, menos cuando ni siquiera hay la certeza de que el Legislativo hará las modificaciones.
Anunciar acciones en Cuernavaca y el inicio del reclutamiento de la Guardia Nacional son una flagrante violación de la ley. Emprender inversiones sin proyecto ejecutivo también. No existe razón válida para que un gobierno pase por encima de la ley, menos cuando ni siquiera hay certeza de que el Legislativo hará las modificaciones constitucionales ineludibles.
El principal problema de México es la falta de un Estado de Derecho, de su ausencia se desprende una cauda de males como la corrupción y la impunidad. Es sencillo: sin Estado de Derecho no habrá cuarta, ni quinta ni transformación alguna.
El líder de Morena en la Cámara de Diputados pretextó la urgencia de combatir la inseguridad. ¿En serio? ¿Un legislador promoviendo que se viole la ley? Sobre todo que es él, Mario Delgado, quien tiene que negociar con la oposición los votos indispensables, lo que no logrará con sofismas y menos con agresiones y ofensas.
Después de su inobjetable triunfo el presidente López Obrador ha incurrido en acciones ilegales como la invasión de funciones en la cancelación del aeropuerto en Texcoco y las ya mencionadas.
Andrés Manuel López Obrador vive en una especie de submundo, no parece escuchar a nadie, diera la impresión de que sus allegados no se atreven a decirle la verdad y lo dejan salir a declarar sin rigor en cifras ni en conceptos. Parecería anecdótico, no lo es, su afirmación de que regiones del sur del país crecen a menos cero es grave; muy similar a los menos cinco minutos de Peña Nieto o el Borges de Fox. Son declaraciones que marcan todo un sexenio, a veces toda una vida.
Pero estamos con las violaciones a la ley de López Obrador, su victoria avasalladora no da para que haga lo que le venga en gana, porque así empiezan las autocracias; lamentablemente hemos caído en la omisión, se perdona todo por parte de una oposición ajena, desaparecida, sin brújula ni proyecto.
Se agrega la ausencia de los grupos sociales que hasta hace poco eran exigentes y hasta vociferantes, están desaparecidos y ¿qué decir de los empresarios? Siguen apanicados, salvo algunas apariciones de la Coparmex, el resto no reacciona ni en defensa propia.
Por ejemplo, ¿cuándo o quiénes van a reparar y señalar lo que costará al país cancelar Texcoco, si Santa Lucía o el Tren Maya no son viables o fracasan o que las refinerías sean obsoletas?
También hay que reconocer que no hay manera de calcular el daño, desde su servilleta, José Antonio Meade estimó en 145,000 millones de dólares sólo la cancelación del NAIM. Y apenas ha pasado mes y medio. Por si no lo sabían esto también es corrupción.
Al Margen
Nadie en su sano juicio puede estar en contra de la lucha contra el saqueo de combustibles. Se trata de un acierto del gobierno que merece todo el apoyo, pero no hay duda de que la estrategia no fue la adecuada.
El desabasto provocado le quitó efecto a la acción y el presidente incurrió en un grave error al acusar, sin pruebas ni acción legal al general brigadier, Eduardo León Trauwitz. ¿No pensó él o alguien de su equipo lo inoportuno de acusar a un militar y, al mismo tiempo, ordenar a las Fuerzas Armadas la vigilancia de las instalaciones y de las pipas?