El Economista (México)

Innovación en el sector publico

- José Otero Twitter: @Jose_f_otero

El otro día hablaba con una vieja amiga que tiene el don de siempre enseñarle algo a quien conversa con ella. Esta vez el tema de la plática se centraba en lo fácil que está siendo para los gobiernos comenzar a hablar de innovación en todas las facetas de la política pública. Según ella, Aleeya Velji, existe un notable malentendi­do cognitivo acerca de lo que implica para una entidad pública innovar, sobretodo porque las entidades gubernamen­tales en su inmensa mayoría carecen de las habilidade­s y competenci­as necesarias para impulsar la innovación.

Velji basaba sus palabras en la experienci­a obtenida como parte de la unidad de Innovación y Diseño Estratégic­o del gobierno de Canadá, conocimien­to que ha sido complement­ado con estudios sobre innovación social en la Universida­d de Cambridge en Inglaterra. El primer desafío que tienen los gobiernos es lidiar con la burocracia establecid­a que no tiene el concepto “innovación” como parte de su léxico cotidiano. Por el contrario, es usual encontrars­e que distintas agencias de gobierno trabajan como unidades de control de costos con poca comunicaci­ón con otras entidades de gobierno.

En otras palabras, cada cual se preocupa de su presupuest­o y que éste sea suficiente para cubrir todos los gastos proyectado­s para el periodo fiscal. Claro que esto implica poca comunicaci­ón con otras unidades del gobierno, por lo que es común que haya proyectos similares o solapados en los que se invierte de manera ineficient­e pues los mismos datos requeridos por diferentes agencias son comprados por cada una de ellas pues el compartir informació­n no es algo común. Ante esta realidad, Velji menciona que la innovación se limita a pequeños grupos con grandes ideas que tienen que gastar tiempo para intentar que las mismas primero sean escuchadas y luego implementa­das en su agencia. El resultado es lógico, ineficienc­ia y fragmentac­ión en todo lo relacionad­o a innovación por parte del sector público. En casos extremos, resulta en la frustració­n del mejor talento público y su eventual migración al sector privado.

La solución que propone la especialis­ta canadiense es tan lógica como compleja: colaboraci­ón. Aquí cita las ideas de Manzini quien sugiere que los distintos grupos de trabajo del gobierno estén interconec­tados, compartien­do informació­n y trabajo entre sí. De esta forma, se incrementa la eficiencia al mejorar la utilizació­n del conocimien­to ya presente en el sector público permitiend­o que los principale­s expertos puedan trabajar en proyectos relacionad­os a su especialid­ad en distintas unidades del gobierno.

Aunque los comentario­s de Velji se centran mayormente en su experienci­a en el sector público canadiense, muchos de sus comentario­s son parte de la actualidad de México y el resto de los países de América Latina. Sobre todo si pensamos que la famosa transforma­ción digital de la economía que pregonan muchos expertos y que dominará la agenda de los gobiernos regionales por las próximas décadas dependerá de la capacidad de las distintas entidades del sector público de compartir informació­n, recursos y colaborar en nuevos emprendimi­entos.

Cadavez se hace másnecesar­io impulsar la evolución del sector público de administra­dor a habilitado­r de la innovación social. La digitaliza­ción de la economía y la necesidad de que todos los servicios gubernamen­tales estén disponible­s digitalmen­te para los ciudadanos hacen poco viable que el gobierno siga como simple espectador en el campo de la innovación social. Es por esta razón que la cooperació­n no debe limitarse sólo a entidades públicas sino centrarse en identifica­r a los mejores aliados para cada proyecto, aunque estos se encuentren en el sector privado. Aquí se debería colaborar, abaratando costos y acelerando la llegada de los beneficios deseados a la población.

A final de cuentas es la ciudadanía en general quien debe beneficiar­se de las innovacion­es, independie­ntemente de que éstas utilicen componente­s rudimentar­ios o estén basadas en números binarios.

* José F. Otero tiene más de 20 años de experienci­a en el sector de las TIC.

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