El poder y las sociedades de riesgo
Los excesos de Trump ya alertaron de sus peligros a los principales líderes demócratas de su país y al mundo. La senadora Elizabeth Warren, que se ha lanzado a la carrera demócrata para las elecciones del 2020, dice: “La clase media estadounidense está siendo atacada. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Los multimillonarios y las grandes corporaciones decidieron que querían más parte del pastel. Y reclutaron a políticos para que les cortasen un trozo mas grande”.
Es el poder del dinero que ha empujado hacia la extrema derecha al Partido Republicano, con todas sus negativas consecuencias sociales. Lo paradójico es que la clase obrera que no encuentra trabajo, que no tiene prestaciones sociales y derecho a la sanidad, vota por Trump.
La derecha legitimó el poder del dinero para comprar la política. Por muchos años han invertido en tener influencias, debilitar a las instituciones democráticas, tener canales de televisión y redes sociales, falsificar la realidad, rechazar los derechos humanos.
Por ello, la batalla de los demócratas en EU contra los republicanos será difícil. Están sorprendidos de que Trump sea el presidente y lo peor que vuelva a ganar. Tiene 40% de nivel de popularidad.
Nancy Pelosi, demócrata y presidenta de la Cámara de Representantes, advierte de los peligros y retos. Reconoce que la prioridad es la lucha contra las desigualdades sociales, revaluar a la clase media como la “columna vertebral de la democracia”, considera una inmoralidad la propuesta de Trump de crear un muro en la frontera con México y apoya la batalla contra el cambio climático que es “la amenaza existencial de nuestro tiempo”. Exactamente lo contrario de lo que creen Trump y Bolsonaro.
Todo lo que sucede en Estados Unidos es muy importante para el mundo, porque es un modelo de vida, una forma de hacer política, del desarrollo extraordinario de la ciencia y la tecnología, de la cultura, del poder económico y militar. Trump abusa de esta privilegiada posición y ha creado una influencia nefasta que explica a líderes y jefes de gobierno en Italia, Hungría, Polonia y ahora Bolsonaro en Brasil. Todos ellos nacional populistas.
En gran medida, por la ofensiva de Trump hacia China, este país a través de su clase política ha redoblado su autoritarismo, al ratificar a Xi como un timonel único, cancelando la dirección colegiada, purgando a los disidentes y concentrando los poderes del Estado y del partido.
En estos contextos sobresale Europa que tiene un poder más equilibrado, mismo que se articula de manera compartida. La Unión Europea define metas y compromisos para todos sus países miembros.
La novedad es que ahora América Latina está polarizada por lo que sucede en Brasil y México, los países mas importantes de la región.
No es halagador el perfil neoliberal que ha definido el nuevo gobierno de Brasil, porque ya sabemos que sacrifica el desarrollo para privilegiar el crecimiento y la concentración del ingreso. El desarrollo descansa en el progreso económico y social, en el equilibrio entre el Estado y el mercado. Hace unos días, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, dijo: “Con su mercado interno, Brasil no necesita políticas tan neoliberales (.…) No creemos que las políticas tipo Escuela de Chicago sean la solución”.
A contrapunto, el nuevo gobierno en México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, empezó con una política de ahorro en el gasto público para poder financiar programas de infraestructura que son básicos para que funcione la economía y sociedad, además de crear empleos. Sobresalen las decisiones en favor del Sureste, para tratar de asimilarlo con el resto del país y como respuesta a la vulnerabilidad geopolítica de esta zona.
También son importantes tres decisiones tomadas por el gobierno mexicano: 1) El incremento sustancial del salario mínimo. 2) El programa de becas para millones de jóvenes que no pueden continuar sus estudios por la precariedad familiar. 3) El apoyo económico a los adultos mayores.