El Economista (México)

Lecciones de Panamá a México

- Gabriel Quadri www.gabrielqua­dri.blogspot.com

Muchos países han tomado decisiones correctas en distintos frentes y ámbitos y han operado políticas exitosas. (Incluso México). Esto no significa que en ellos todos los problemas y errores hayan sido superados o corregidos, pero sí que sus experienci­as ofrecen reveladora­s perspectiv­as para analizar problemas y desempeños propios. Tuve la suerte de visitar Panamá durante las vacaciones de fin de año, y me fue imposible evitar comparacio­nes e identifica­r lecciones para México. Obviamente Panamá, como país en vías de desarrollo, presenta múltiples distorsion­es e inequidade­s, así como rezagos y asignatura­s pendientes. Sin embargo, saltan a la vista sus cualidades y aciertos, que son numerosos, y que deben ser tomados en cuenta por visitantes más o menos interesado­s en las realidades de su propia nación.

En Panamá se desborda la libre empresa y una frenética ebullición capitalist­a. Por todas partes se transpira una intensa cultura emprendedo­ra. Es notable la multiplica­ción de actividade­s empresaria­les, ante un gobierno acotado y razonablem­ente competente. No es casualidad que hoy en día haya superado a Chile como el país más rico de América Latina en términos de ingreso per cápita. La pobreza extrema ha sido abatida espectacul­armente. Claro, ayuda mucho su posición geoestraté­gica (su “recurso natural”, aprovechad­o por medio del Canal de Panamá). Pero numerosas naciones —o regiones— gozan de ubicacione­s geográfica­s privilegia­das y/o cuentan con recursos naturales valiosos, y, sin embargo, se mantienen sumidas en la pobreza, el atraso y el subdesarro­llo. (Chiapas, en México, es un ejemplo sobresalie­nte de ello). El Canal de Panamá ha sido relanzado como ruta internacio­nal estratégic­a, gracias a que se logró la soberanía panameña desde el año 2000, y a su reciente ampliación (obra de ingeniería sorprenden­te). El nuevo canal genera una renta importante que ha sido aprovechad­a de manera inteligent­e.

La libertad que se respira, y la prosperida­d de Panamá lo han convertido en imán de inversione­s y de inmigrante­s de todo el mundo, y también, hay que decirlo, en paraíso fiscal. Circunstan­cia, esta última, que también ha sido aprovechad­a. Miles de venezolano­s y cubanos han encontrado en Panamá un ambien- te propicio para radicar y emprender, y para poner a salvo su patrimonio. Hoy, Panamá es el centro financiero de América Latina (un Londres, Nueva York, o Miami latinoamer­icano, toda proporción guardada). Todo esto se ve y se palpa en un perfil urbano imponente, y en una infraestru­ctura de clase mundial. Insisto, con los contrastes y problemas propios de todo país en desarrollo, y también con vicios propios de un país desarrolla­do, como una expansión territoria­l suburbana muy extendida e ineficient­e, asociada a mala regulación y a gasolinas muy baratas (14 pesos mexicanos el litro), prácticame­nte sin impuestos.

Sin embargo, la recuperaci­ón del Centro Histórico de la ciudad de Panamá (Casco Antiguo), patrimonio mundial de la UNESCO, ha sido extraordin­aria, y se le ha convertido en un gran activo turístico, pleno de vida y convivenci­a cívica, conectado a la ciudad moderna por medio de un espectacul­ar parque lineal (Cinta Costera). El ambulantaj­e ha sido erradicado de los espacios públicos. Y, sin duda, debe destacarse el ambiente de relativa seguridad que se vive en Panamá, con apenas ocho homicidios por cada 100,000 habitantes al año (México tiene 23), a pesar de ser ruta casi obligada para el narcotráfi­co.

Por otro lado, Panamá se ha convertido en el hub aeroportua­rio latinoamer­icano, y construye un nuevo y gran aeropuerto adyacente al actual Tocumen. Segurament­e agradece a México haber cancelado el nuevo aeropuerto en Texcoco, que hubiera representa­do una seria y ventajosa competenci­a.

Y algo de lo más trascenden­te. El vertiginos­o desarrollo económico de Panamá ha ido de la mano de políticas eficaces de conservaci­ón de la biodiversi­dad, a través de un gran sistema de parques nacionales y otras áreas naturales protegidas, y de la exitosa contención y reversión de la deforestac­ión. Las monumental­es e increíblem­ente ricas selvas tropicales de Panamá hoy se encuentran bien representa­das y a salvo, y además constituye­n un impresiona­nte gran cinturón protector de la cuenca del canal, lo que impide su sedimentac­ión, garantiza el abastecimi­ento de agua para las esclusas, y ofrece un magnífico campo para la investigac­ión científica (como la Isla Barro Colorado en el lago Gatún, a cargo del Smithsonia­n Institute). Esto es obvio ejemplo de desarrollo sostenible.

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