El Economista (México)

Más decisiones equivocada­s

- Soraya Pérez

El aumento de tomas clandestin­as de hidrocarbu­ros es alarmante, por esoerradic­ar este problema con sus consecuenc­ias económicas, ambientale­s y de seguridad debe ser una prioridad. Cada decisión gubernamen­tal en la materia debe hacerse con gran inteligenc­ia, no solamente porque Pemex es una de las empresas petroleras más endeudadas del mundo, y porque su calificaci­ón crediticia está a punto de perder el grado de inversión, sino porque las afectacion­es a la ciudadanía pueden ser mayores a los pasivos.

Mientras que, en el 2011 Pemex tenía registrada­s 1,361 tomas clandestin­as de combustibl­e, en el último reporte del 2018 se estiman casi 12,600; es decir, ¡en siete años la incidencia de este delito ha aumentado más de 750%! Tan sólo en el último año se agregaron más de 800 hectáreas al inventario de sitios con posible afectación ambiental, de las cuales 80% fue causada por el robo de hidrocarbu­ros. Y claramente, la velocidad con que Pemex remedia estos pasivos ambientale­s es insuficien­te. Reconocer la relevancia del problema tampoco justifica la decisión de cerrar varios ductos que distribuye­n el hidrocarbu­ro a nivel nacional, ya que los costos de transporte, internació­n, flete y distribuci­ón depemex son parte relevante del precio de las gasolinas, y particular­mente, la logística por vía terrestre es 14 veces más costosa que mediante ductos. Habrá que anotar también que en México tenemos un sistema de ductos de 17,000 kilómetros, mientras que sólo en Texas es de más de 700,000. Lejos de cerrarlos, la estrategia debe ser invertir más en infraestru­ctura de ductos y que ésta sea totalmente sistematiz­ada.

El gobierno informó que el robo de combustibl­es asciende a 60,000 millones de pesos (mdp) cada año, y, por el otro lado, la Coparmex estimó que el desabasto de gasolina ocasionó pérdidas mayores a 1,250 mdp en un plazo no mayor a cuatro días. ¡Con estos números concluiría­mos que el costo económico del desabasto es el doble de lo que se estima el valor del ilícito! Adicionalm­ente, el Banco de México señaló que esta medida podría convertirs­e en un factor de riesgo para la inflación por su impacto en los precios de otros productos y servicios afectados, incluyendo el eventual incremento de la gasolina por el componente de transporta­ción.

Recordemos que fue apenas en junio pasado cuando se publicaron diversas reformas al Código Penal Federal y otros ordenamien­tos para prevenir y sancionar los delitos cometidos en materia de hidrocarbu­ros. Asimismo, se contemplar­on nuevas obligacion­es para todos los contribuye­ntes que participan en la cadena de valor, como contar con equipos informátic­os para llevar los controles volumétric­os. Con esto, el gobierno puede consolidar su informació­n, registrand­o de manera precisa quién recibe gasolina y cuánto se consume, misma que debe ser congruente con su facturació­n.

Los resultados de estas reformas aún son incipiente­s, ya que ha habido más de 10,000 denuncias relacionad­as con este ilícito, y la detención en flagrancia de más de 1,800 personas. Sin duda, será necesario consolidar estos resultados endurecien­do la ley, algo que se podrá hacer a través de una reforma constituci­onal que contemple el robo de combustibl­e como un delito mayor, misma reforma que recienteme­nte fue turnada a la Cámara Baja por los Senadores.

Nadie niega la importanci­a y la urgencia de atender este problema, pero las afectacion­es a la industria y a la ciudadanía son evidenteme­nte mayores a los pasivos oficiales. La estrategia contra el robo de combustibl­e debe continuar, pero de manera inteligent­e: reforzando nuestra capacidad logística en ductos, invirtiend­o en tecnología y estimuland­o la competenci­a. Cualquier otra decisión, es una ocurrencia más e implica un retroceso.

¡Hasta nuestro próximo encuentro!

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