Laaaarga semana
A una semana de una estrategia que no es cuestionada en sus objetivos, sino en su eficacia, se empieza a sentir mucho malestar ciudadano y efectos en el comercio.
Mientras muchos ciudadanos hacían largas filas para cargar gasolina, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador hacía piruetas informativas para decir, que no explicar, los pormenores de la ausencia de combustible en las gasolineras, nótese la elegancia del autor en el lenguaje.
Las versiones oficiales fueron variopintas: negaron el desabasto, señalaron que es una estrategia de redistribución de combustible para evitar que se lo roben, hasta que es parte de un sabotaje de los huachicoleros que buscan a toda costa continuar con el negocio multimillonario. También abundan versiones de que la prensa fifí y los grupos neonazis mexicanos lo inventan como pretexto de personajes amargados para manchar el impoluto plumaje de Morena.
Lo cierto es que la estrategia ha dejado saldos muy inquietantes, los ciudadanos practicamos un nuevo y apasionante deporte extremo: cargar gasolina, para lo cual sólo se necesita tiempo, dinero y una poquita de gracia, la convivencia social de la larga espera, los reclamos de Uber y microbuseros, así como alguna mentada de jefa son lo de hoy. Espero ver la primera pedida de mano en una gasolinera.
La venta de combustible en México sigue siendo un monopolio. El fracaso o éxito de la estrategia depende exclusivamente del gobierno y no de la comprensión y la paciencia social; la economía del ciudadano no es paciente, ni prudente.
Nadie en su sano juicio puede estar en contra de la lucha de la venta ilegal de combustible que, por cierto, el gobierno no tiene un diagnóstico, ni idea del monto de este ilegal negocio; si consideramos las declaraciones de AMLO sobre que se roban 800 pipas diarias, el monto sería algo así como 150,000 millones de pesos anuales más impuestos y no 60,000 millones que dice el gobierno.
A una semana de una estrategia que no es cuestionada en sus objetivos, sino en su eficacia operativa, se empieza a sentir mucho malestar ciudadano y efectos en el comercio; habría que hacer ajustes a fin de garantizar el abasto, todo absolutamente en este país se mueve con gasolina.
El gobierno federal se enfrenta a la primera crisis del sexenio. En el intento valiente e improvisado, de resolver un problema complejo, deberá recomponer la estrategia de simplemente cerrar los ductos y darle vitaminas al ganso que parece se empieza a cansar. En fin, querido lector, esperemos que sólo sea una larga semana y no un largo sexenio, hasta la próxima.