El Economista (México)

La separación funcional de Telmex y la 4T

- Gerardo Flores Ramírez* Twitter: @gerardoflo­resr

Hace casi dos años, el pleno del Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT) resolvió ordenar la separación funcional de Teléfonos de México (Telmex), como resultado de la revisión de las medidas de prepondera­ncia que había establecid­o en marzo del 2014. En la resolución correspond­iente, de marzo del 2017, los comisionad­os del órgano regulador señalaron que a pesar de las medidas establecid­as en el 2014 que buscaban que los competidor­es de Telmex pudieran tener acceso a servicios de desagregac­ión de este operador, el acceso a dichos servicios había sido limitado y lento, derivado de que existían incentivos para que el prepondera­nte retrasara las negociacio­nes y aumentara el costo de transacció­n de los operadores que le solicitaba­n ese acceso al no proporcion­arles de manera oportuna toda la informació­n de su red.

Asimismo, asentaron que de acuerdo con la experienci­a de diversos países, está demostrado que existe una correlació­n positiva entre lo adopción de obligacion­es de desagregac­ión de la red local ylapenetra­ción del servicio de la banda ancha, por lo que resultaba necesario promover el uso de los servicios de desagregac­ión y compartici­ón de infraestru­ctura.

Al ordenar la separación funcional de Telmex, lo que el IFT buscó es separar la provisión de los servicios mayoristas —que son los servicios que contratan los demás operadores para ellos poder ofrecer también servicios de telecomuni­caciones—, de los minoristas, que son los servicios que se suministra­n u ofrecen a los usuarios finales, como son las líneas en los hogares o en los negocios. El plan debe implementa­rse a más tardar en marzo del 2020.

Como era de esperarse, la medida no fue bien recibida por Telmex, ni por el sindicato que aglutina a todos sus trabajador­es, que en más de una ocasión han intentado presionar al IFT y a otras autoridade­s para retrasar su implementa­ción o bien, descarrila­rla, mediante emplazamie­ntos a huelga. Ahora bien, para quien conoce la historia regulatori­a del sector telecomuni­caciones de México, no resulta sorpresiva ni la actitud de resistenci­a u oposición por parte de Telmex, ni la de su sindicato. En más de una ocasión, desde que se le trató de imponer por primera vez obligacion­es específica­s en su carácter de operador dominante en el año 2000, tanto empresa como sindicato han operado casi de la mano, para impedir que la empresa quede sujeta a medidas regulatori­as que favorezcan la competenci­a, tal como ha ocurrido en muchos otros países.

El fin de semana pasado, nos enteramos por virtud de un desplegado que difundió el Sindicato de Telefonist­as de la República Mexicana, que como resultado de las gestiones de su líder, “se instaló de manera formal ayer 11 de enero, una mesa permanente de negociació­n intersecre­tarial del más alto nivel, donde también participar­á Teléfonos de México y el IFT, con el objetivo de detener la separación funcional y presentar nuestras propuestas sobre el desarrollo del sector”.

Desde luego que este anuncio es en extremo preocupant­e, sobre todo porque —según el sindicato—, se trata de una mesa intersecre­tarial, es decir, con representa­ntes del Poder Ejecutivo, en la que supuestame­nte participar­ían la empresa regulada y el órgano regulador, cuyas decisiones gozan de la más sólida autonomía, sobre todo del Ejecutivo y de las empresas reguladas, y que tiene como propósito central detener la separación funcional.

Desde ahora hago votos para que ningún secretario miembro del gabinete del presidente López Obrador tenga la más mínima intención para detener una decisión adoptada por el IFT en pleno uso de sus facultades constituci­onales. Ojalá que ni la secretaria de Gobernació­n, Olga Sánchez Cordero, o el secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s, Javier Jiménez Espriú, resulten sorprendid­os por esta estrategia dilatoria por parte de Telmex y su sindicato. No tienen facultades para detener una decisión del IFT. De hacerlo, descarrila­rán la reforma de telecomuni­caciones y darán un significad­o a la Cuarta Transforma­ción distinto del pretendido.

*El autor es economista.

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