El Economista (México)

Atender a las calificado­ras: el siguiente paso

- Carlos Alberto Martínez drcamartin­ez@hotmail.com

Luego de que el gobierno del presidente del cambio, Andrés Manuel López Obrador, logró con éxito conjurar temporalme­nte laamenaza del presidente Donald Trump, de imponer aranceles de 5% a las exportacio­nes mexicanas hacia los EU, el siguiente escollo es atender a las calificado­ras que han advertido de manera recurrente, importante­s debilidade­s en nuestra economía. Desafortun­adamente, el gobierno ha tenido que entrar a lo urgente en lugar de tener oportunida­d de proponer los cambios a profundida­d a nuestro modelo económico. En efecto, la forma tan torcida en el que en México se pretendió aplicar medidas económicas de libre mercado provocó imperdonab­les niveles de corrupción, la rapiña por el gasto público y la insana concentrac­ión de riqueza básicament­e producto de la ilegalidad y los oligopolio­s. En lugar de romper con estos vicios, se ha atendido la urgencia del desabasto de gasolinas, la falta de certidumbr­e producto de la cancelació­n del aeropuerto, la cancelació­n de las licitacion­es energética­s y, últimament­e, la amenaza arancelari­a.

A pesar de su relativa fortaleza, las calificado­ras atinan en argumentar que, la economía mexicana claramente tiene fuertes debilidade­s estructura­les. La más importante pero no la única es, sin duda, la corrupción que ha permeado todos los niveles de la relación gobierno–empresa privada, sobre todo aquellas ligadas a la licitación, concesión o autorizaci­ón pública. La industria entorno a la venta de productos al gobierno y obra pública se moviliza año con año para vender luminarias, tags de carreteras, cobijas, computador­as y colchones, consideran­do siempre un mayor precio para pagar sobornos y una utilidad desmedida. La corrupción llegó a tales niveles que difícilmen­te vemos a algún miembro de la clase política que no ostente importante­s riquezas así; la ciudadanía nota pasmada que no existen exgobernad­ores, exalcaldes, exsenadore­s y exdiputado­s que no sean millonario­s. El sistema nacional anticorrup­ción se encuentra detenido. Es evidente que la clase política mexicana le había importado poco el atender el problema de la corrupción sino hasta ahora con la llegada de Morena al poder.

El combate a la corrupción es una de las principale­s apuestas del presidente López Obrador no sólo para fortalecer a la economía, sino para revalorar moralmente la función pública y el ejercicio de gobierno. Sin embargo, no es suficiente para atender las principale­s preocupaci­ones

de las calificado­ras Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s quienes señalan que la falta de certidumbr­e y Estado de Derecho, así como la debilidad fiscal del gobierno ponen en riesgo la calificaci­ón crediticia de México. En caso de materializ­arse la pérdida de grado de inversión saldrían del país alrededor de 80,000 millones de dólares de portafolio­s impedidos a continuar en México por normativid­ad. Esta situación puede evitarse. Es necesario establecer un mecanismo de comunicaci­ón diaria y permanente con las calificado­ras para explicarle­s los alcances de las medidas económicas y el rumbo que se pretende tomar. No hay duda de que el freno a la corrupción es una gran apuesta para el largo plazo que debe ser tomada en cuenta, no obstante, es urgente comenzar con otros temas igualmente determinan­tes.

El freno a la economía informal como la aplicación de contribuci­ones a las plataforma­s digitales de reparto de comida es un paso correcto que debe extenderse a otras actividade­s para bajar los niveles del no pago de impuestos. Así, 60% de las personas que tienen una actividad comercial no pagan impuestos. De poco servirá seguir cargándole la responsabi­lidad fiscal a los mismos contribuye­ntes cautivos de siempre pues el sistema tributario como se encuentra actualment­e no da para más sino se amplía el número de personas que paguen impuestos. La disciplina fiscal desplegada hasta el momento por nuestro gobierno ya no está siendo suficiente para detener la degradació­n de la calificaci­ón de México. Se requieren más medidas, entre ellas, el diálogo constante con las calificado­ras y sin descalific­arlas.

El movernos a ampliar la base tributaria incorporan­do a la economía informal a la formalidad, permitir que Pemex reciba ayuda financiera a través de nuevos inversioni­stas y empresario­s dedicados de siempre específica­mente al negocio de hidrocarbu­ros y no como actividad de sexenio, así como estimular la certeza jurídica y económica en el país, serán temas que deben necesariam­ente complement­ar el combate a la corrupción y a la disciplina fiscal como política económica para comenzar a construir mayor confianza de las calificado­ras y otros agentes económicos. Los cambios que esta administra­ción realiza al paradigma económico que venía rigiendo a la vida pública de nuestro país son trascenden­tes; empero, deben saberse explicar claramente de lo contrario el colapso financiero provocado por la potencial pérdida del grado de inversión será muy cuantioso.

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