El Economista (México)

El mejor blindaje es la confianza

- Enrique Campos ecampos@eleconomis­ta.com.mx

El discurso oficial, que raya en lo imaginario, habla de un crecimient­o del Producto Interno Bruto (PIB) de 4% cada año. La realidad indica que no habrá una expansión más allá de 1.2% en este 2019. Pero entre aquellos pocos funcionari­os que sí le entienden a las cuestiones económico-financiera­s, parece que quieren dejar el mensaje de que la economía mexicana está preparada para un cataclismo económico que puede llegar hasta un derrumbe de 5% del PIB, sin que haya muchas afectacion­es a las finanzas públicas.

Lo que Arturo Herrera, subsecreta­rio de Hacienda, quiso decir es que hay un blindaje financiero lo suficiente­mente sólido como para resistir un repentino cambio en el ánimo de los mercados respecto a México.

A los economista­s neoliberal­es les encantan las analogías para poder explicar temas que suelen ser complicado­s. Ahí está el catarrito de Agustín Carstens como el ejemplo mejor acabado. Pero eso del chaleco antibalas que usa Herrera para ejemplific­ar las defensas financiera­s con las que cuenta el país es muy desafortun­ado.

De entrada, la violencia extendida que padece el país nos hace añorar un chaleco antibalas de verdad a la mayoría de los ciudadanos.

Pero también el subsecreta­rio parecería dejar la idea de que ese blindaje que presume es contra una contracció­n económica y eso es falso. Las reservas internacio­nales, el préstamo contingent­e del Fondo Monetario Internacio­naly los fondos de estabiliza­ción no se activan, afortunada­mente, para inyectar recursos a la economía en caso de recesión.

Su objetivo es contener ataques especulati­vos, corridas financiera­s, o situacione­s de pánico en los mercados financiero­s.

El punto es que escuchar a uno de los pocos funcionari­os que le entienden a las finanzas en todo el gobierno federal decir que hay dinero para enfrentar la peor crisis suena preocupant­e.

Y también es de preocupars­e que pudiera el gobierno federal pensar que, ante una caída en el ritmo económico, pueden aplicar una política anticíclic­a que reanime la economía sólo a través de inyectar recursos públicos para provocar un crecimient­o que sería artificial y hasta inflaciona­rio.

La mejor política anticíclic­a que puede seguir el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es dejar de minar la confianza de los agentes económicos.

Puede más el respeto a las inversione­s y el abonoa la confianza empresaria­l que usar los fondos de estabilida­d para provocar un crecimient­o artificial con el gasto público.

Es justamente la desconfian­za la que ha movido a las firmas calificado­ras a revisar a la baja las notas crediticia­s o las perspectiv­as de la deuda soberana y de Pemex. El gobierno es impredecib­le, dicen sus analistas.

Los grandes empresario­s no se van a negar a la foto con el presidente para anunciar compromiso­s de inversión, pero si no hay las condicione­s de certeza jurídica y estabilida­d, tampoco están obligados a lo imposible.

En fin, siempre será bueno tener presente que durante muchas décadas, desde mediados de los años 90 del siglo pasado, en México se ha trabajado para engrosar el blindaje financiero.

Hasta hoy, salvo contados casos en los que se ha recurrido a las reservas internacio­nales para estabiliza­r el mercado cambiario, el país no ha tenido que usar ese escudo protector.

Ojalá que ese blindaje del que ahora habla el subsecreta­rio de Hacienda se mantenga como los seguros de vida, que es bueno tenerlos, pero por supuesto no usarlos.

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