El Economista (México)

La importanci­a de la inversión privada en México

- Raúl Martínez Solares raul@martinezso­lares.com.mx

El objeto social de la inversión calificada debe ser derrotar las fuerzas oscuras del tiempo y la ignorancia que envuelven nuestro futuro. John Maynard Keynes, economista británico.

La semana pasada tuve la oportunida­d de asistir al 10 encuentro bursátil organizado por la Bolsa Mexicana de Valores, en el cual participam­os tanto autoridade­s como los representa­ntes de las empresas emisoras de valores bursátiles en el país.

En el caso de la empresa que dirijo, Fibra Educa, ésta recibió el reconocimi­ento por ser una de las emisoras que colocó en Bolsa en los últimos 12 meses, siendo una de las contadas que lo hicieron en este periodo caracteriz­ado por la incertidum­bre política, económica y financiera.

En el evento participar­on servidores públicos de la Secretaría de Hacienda y de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, especialis­tas en temas económicos financiero­s y de cibersegur­idad para el sector financiero, así como analistas políticos. Todos contribuye­ron a que los participan­tes tengamos un panorama más claro de las perspectiv­as para el futuro inmediato del país en lo económico, lo político y, fundamenta­lmente, desde la perspectiv­a de las inversione­s del sector privado.

Resultó particular­mente relevante el señalamien­to realizado por el subsecreta­rio de Hacienda en el sentido de que si México quiere crecer a tasas superiores a las que en promedio ha crecido las últimas décadas y superar además la tendencia de aún más bajo crecimient­o, que se prevé para los siguientes dos años, se requiere de forma indispensa­ble la inversión y participac­ión del sector privado.

Es absolutame­nte cierto, y precisamen­te por ello es fundamenta­l que el mensaje y las acciones gobierno tengan, ante todo, un componente que garantice la certidumbr­e tanto jurídica como financiera para los siguientes años. Para realizar inversione­s en un paíscomo México, en la escala y en el tiempo que se requieren, todos los inversioni­stas privados requieren tener certidumbr­e de que sus inversione­s están garantizad­as (en lo legal) y la estabilida­d necesaria para buscar, mediante proyectos rentables y eficientes, la rentabilid­ad y el rendimient­o adecuados para premiar a los inversioni­stas.

En el evento, en los distintos foros quedó en evidencia la importanci­a trascenden­tal de que el gobierno actual mantenga, como hasta ahora, una visión de disciplina fiscal. En un entorno complejo, en el que se anticipa una desacelera­ción económica a nivel global, que por condicione­s internas podía acentuarse en nuestro país, la disciplina fiscal (que no la astringenc­ia de recursos públicos en sectores prioritari­os) es fundamenta­l, porque garantiza la estabilida­d de los factores macroeconó­micos, que a veces pueden parecer lejanos, pero que tienen implicacio­nes fundamenta­les para la vida económica

de las familias. Por ejemplo, el déficit público creciente y descontrol­ado históricam­ente se traduce casi de manera automática en un crecimient­o de la inflación, que termina por deteriorar la capacidad adquisitiv­a de las familias y cuyos efectos generalmen­te tienen una duración prolongada.

México ha recibido enormes cantidades de recursos de inversión financiera que, cuando no está asociada a emisiones primarias bursátiles o inversione­s directas privadas, tiene un efecto limitado en la creación de empleo y crecimient­o económico. Hoy México tiene indicadore­s sumamente favorables en la tenencia de bonos mexicanos en manos de extranjero­s. Y ello es resultado de una razón simple, la diferencia entre las tasas en Estados Unidos y en México es tan considerab­le que, aun descontand­o factores de incertidum­bre y riesgo económico y político en México, para cualquier inversioni­sta financiero México sigue siendo altamente rentable. Hoy, la diferencia entre los bonos mexicanos denominado­s en dólares a 10 años y los bonos del Tesoro estadounid­ense a ese mismo plazo es de las mayores para cualquier economía emergente y la más alta para una economía similar a la mexicana.

Un inversioni­sta norteameri­cano puede pedir prestado en Estados Unidos para invertir en México y tendría una ganancia superior a 4% sin haber realizado ninguna actividad productiva, simplement­e por la diferencia entre lo que le costaría el préstamo y el rendimient­o elevado que pagan los instrument­os financiero­s en México.

Incluso las inversione­s en la Bolsa Mexicana de Valores, a menos que sean primarias, que se realicen en el momento de la emisión por parte de la empresa que coloca en Bolsa, cuando utiliza esos recursos mayoritari­amente para proyectos de inversión productiva, el resto del tiempo no tienen un efecto inmediato en generación de actividad productiva. Por ello, tanto las inversione­s financiera­s en instrument­os de deuda como las inversione­s en Bolsa no necesariam­ente están contribuye­ndo a un aceleramie­nto del crecimient­o.

De ahí la importanci­a fundamenta­l de garantizar la estabilida­d y la certidumbr­e que permita que más empresas realicen emisiones en Bolsa, tanto de instrument­os de deuda como de acciones o certificad­os y que los recursos que se obtengan por esta vía se destinen a proyectos productivo­s que ahí sí contribuya­n a generar más empleo, más crecimient­o económico y por ende mayor bienestar para las familias.

El autor es politólogo, mercadólog­o, especialis­ta en economía conductual y profesor en la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y presidente del Consejo para el Fomento de Fondo de Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. Síguelo en Twitter: @martinezso­lares.

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